divendres, 30 de desembre del 2011

Deseos razonables para el año que comienza

Deseo que los mercados den un descanso a esta sociedad exangüe, o mejor que revienten ahítos como sanguijuelas, y la riqueza vuelva a fluir mientras digieren sus pingües beneficios,  para que por lo menos podamos trabajar y pagar nuestras hipotecas.
Deseo que se derogue el dogma de que la deuda se paga sin producir nada, sometiendo a la economía a la más severa anorexia, y deseo que los bancos, aliviados como si se hubieran metido un chute de diazepán, vuelvan a abrir el grifo del préstamo, sobre todo a las pymes y los autónomos para que puedan reemprender su actividad antes de que desaparezcan definitivamente todas y se pegue un tiro el último de sus empleados.
Deseo que los políticos de la derecha se ahoguen en sus propios vómitos de mentiras, obscurantismos y  persecuciones de la igualdad social y de los derechos individuales. Que sufran en sus carnes los maltratos a las mujeres que ahora quieren diluir, su propia desprotección, y el trato discriminatorio que aplican a gays y lesbianas; que un día se miren al espejo y descubran con terror un imparable impulso interior que les está convertiendo en bolleras y maricones; que necesiten atención a la dependencia y no la puedan conseguir ni pagando porque nadie se la quiera dar; que, tan católicos como son, no usen de sus privilegios y hagan colas como todo el mundo en las puertas de los hospitales, y a pesar de todo vayan al infierno.
Deseo que los políticos de la izquierda, y los sindicalistas, decidan de una puñetera vez qué quieren ser cuando crezcan, que dejen de mirarse sus insípidos ombligos y se organicen todos, sin partidos ni facciones, desde el último mono de un ayuntamiento perdido hasta el mayor de los monos del parlamento, para luchar, a brazo partido y sin reservas mentales de ningún tipo, por la justicia social, por el estado del bienestar, por los derechos y las libertades colectivas e individuales, por  los sectores más débiles, amenazados y desfavorecidos de nuestra sociedad. A nuestro lado.
Deseo que cada vez haya más gente que abra los ojos y vea la realidad del redil en que nos han confinado, y que se atreva a dar un paso adelante y grite que no queremos ese sistema que nos va cazando como conejos, que nos ahoga como peces fuera del agua y nos recluye, junto con nuestro propio miedo, en los vagones y los mataderos de nuestra vida cotidiana. Una palabra, un gesto... todo suma y todo empieza por ahí, y por eso debemos celebrarlo cada vez que alguien lo hace, la dice, porque con ello estamos avanzando.
Y deseo que, en cualquier caso,  todas las personas que, desde antes o después del 15 M, decidimos alzar nuestras voces, tomar pacíficamente las calles, luchar en defensa propia y comprometernos a no cejar hasta conseguir un mundo mejor, sigamos ahí pase lo que pase, día a día, cada cual con sus armas, con su compromiso, con todas nuestras diferencias, pero con un ideal común de libertad y justicia que nos une por encima de todo. Que no desfallezcamos, que no nos durmamos ni nos impacientemos, que pensemos que todos los caminos son útiles y que la inteligencia y la constancia son nuestras fuerzas más poderosas.
Yo estaré ahí si es preciso hasta el fin de los tiempos y te respetaré y lucharé a tu lado, y si todas y todos hacemos lo mismo, avanzaremos, paso a paso , porque el sólo hecho de saber que existes y piensas, como yo, que hay que cambiar el mundo, hace que, de hecho, éste ya sea un poco mejor.

dissabte, 24 de desembre del 2011

El espíritu de la Navidad

Estoy harto del espíritu navideño. Dentro de la sociedad narcotizante en la que vivimos, estas fechas representan el colmo de la alienación y del sometimiento al sistema. Son las fechas de la felicidad por decreto, de comer y beber  hasta el hartazgo con familiares que en muchas ocasiones no quisieras ver (ni ellos a ti) y de gastar más de lo que puedes en regalos estúpidos que los grandes almacenes se encargarán de financiarte en doce cómodos meses sin intereses (si tienes nómina).
Entiéndase, no estoy en contra de la felicidad, faltaría más, pero que no me la impongan, que me dejen gestionarla cómo, dónde, cuándo y con quién quiera. Tampoco estoy en contra de comer y beber, por supuesto, incluso de pasarme en algunas ocasiones si puedo, pero también quiero poder elegir con quién, dónde, cómo y cuándo -y en este caso incluso el menú si es posible-. Ni siquiera estoy en contra de la familia, pero sí de la familia como algo impuesto: que cada cual defina quién forma parte de su familia y qué relaciones mantiene con cada miembro.  Tampoco estoy en contra de los regalos, me gusta hacer regalos  y también que me los hagan, pero de una forma personal y tranquila, a veces porque sí, sin razón alguna, como una caricia a un ser querido o de un ser querido.
Nada de esto tiene que ver con la orgía de hipócritas liturgias, falsas tradiciones, familismo edulcorado, excesos indeseados y consumismo desaforado, que viviremos estos días, todo sazonado con ñoñas lucecitas y villancicos, musiquitas y muñequitos irritantes, pomposos discursos de autoridades a las que más les valdría estar calladas… Y por encima de todo como una gran nube de paz que nos dejará pintada en la cara una sonrisa imbécil, que más de una vez me ha hecho preguntar si estos días echan algo en el aire de nuestras ciudades.
Mientrastanto seguirán habiendo en nuestro país cinco millones de parados, la gente perderá sus viviendas, los comedores sociales se llenarán a rebosar, la desesperanza hará aumentar el número de suicidios (cada año pasa en estas fechas), las guerras no se detendrán y en muchas regiones del mundo la gente seguirá muriendo de hambre mientras los países ricos y emergentes nos lo cargamos. Pero estos días todo eso no importa: ¡es Navidad!
¿Y todo eso por qué? Básicamente porque es el momento en que el sistema se reproduce a sí mismo y demuestra su prepotencia por encima de los individuos mediante la escenificación de ritos. La Iglesia reafirma  su primacía ideológica en nuestra sociedad: detiene el mundo para conmemorar el nacimiento de su dios. Los mercados nos recuerdan la obligación de comprar regalos y manjares, aun a costa de otras necesidades más perentorias, y nos ponen a sus pies. La estructura social se manifiesta en toda su rigidez y nos encuadra en la familia, en nuestra clase social, incluso en la fidelidad a nuestra empresa, para quien la tenga. Los máximos mandatarios políticos exhiben su autoridad desde los púlpitos de los medios de comunicación. Y quien se resista será considerado un marginal, un indeseable… cuando no lo viva, a causa de la fagocitación que ejerce el sistema, como una desgracia. Eso es la Navidad, con toda la galaxia de fiestas y celebraciones que la acompañan.
Porque otro sentido no tiene. Desde un punto de vista religioso, Jesús de Nazaret, si existió como personaje histórico, no se sabe ni mucho menos cuando nació. La Iglesia  adoptó la fecha de la Navidad para cristianizar los rituales paganos del solsticio de invierno en los que se invocaba el nacimiento del sol. De ahí esos niñosjesuses tan solares, con la melena rubia (muy palestino, por cierto) y el halo solar, y las misas del gallo (padre del sol) y las hogueras a la salida… Pero tampoco celebramos los rituales paganos de los pueblos agrícolas de renovación de la naturaleza (y el mundo) en el solsticio de invierno (de ahí el tió o tronco, el árbol de Navidad -que es lo mismo-), incluso las luces, la música y los regalos, que pretenden despertar a la naturaleza e invocar la fecundidad de las cosechas. Ahora, nuestras cosechas no dependen de divinidades ni fuerzas del más allá cuyo favor debamos procurarnos mediante ritos, sinó de la PAC, de políticas proteccionistas, de la especulación con el precio de los alimentos. No sé a qué divinidades deberíamos invocar en nuestra situación, pero a las divinidades solares y de la fecundidad estoy seguro que les importamos un carajo.
Mañana iré a celebrar la Navidad en familia, a regañadientes, pero para evitar males mayores. Supongo que muchos y muchas haremos lo mismo, desde esta noche. Os deseo que lo paséis muy bien, o lo mejor posible. Pero tengamos muy claro que éste no es un tiempo de paz ni un tiempo de amor, sino un tiempo de prostración ante el becerro de oro, ante monarcas, patriarcas y sacerdotes de todas las religiones sagradas y laicas que ordenan nuestras vidas, aunque nos prostremos en nombre de la tradición y la nostalgia.
Ojalá un día podamos celebrar lo que queramos, con quien queramos y cuando queramos y la paz y el amor que representa que embarga el mundo durante estas fechas, sean manifestaciones cotidianas, y de verdad.

dimecres, 14 de desembre del 2011

Propuesta contra el paro

No hay trabajo para tod@s
Nuestro mayor problema, por lo menos el más acuciante, es el paro, ciertamente. Pero no es menos cierto que, ni ahora ni en un hipotético escenario después de la salida del tunel, no habrá trabajo para todo el mundo. Las políticas de austeridad, contención del déficit y recortes no favorecen en absoluto la ocupación, pero, aunque no fuera así, si no queremos caer de nuevo en una burbuja consumista, sea inmobiliaria o de otro tipo, la producción no alcanza para ocupar plenamente al conjunto de la población activa. La tecnología, además, hace que la mano de obra sea cada vez más prescindible y selectiva. Y eso está bien, en abstracto es un proceso de emancipación de la humanidad de lo que en su día fuera vivido como un castigo divino. Sería absurdo caer en una tentación ludista en contra de la tecnología.

¿Qué hacer?
¿Y entonces qué hacemos?  En primer lugar poner las cosas en su sitio: el problema no es el trabajo, sino la distribución de la riqueza. La gente de Renta Básica lo está diciendo desde hace mucho tiempo y tienen toda la razón. El obstáculo es que para aplicar la renta básica deben producirse cambios substanciales en el modelo impositivo, y ya dijimos que los ricos no se dejan subir los impuestos. Este es el único punto débil que tiene el planteamiento de la renta básica (para quien no lo conozca puede seguirse el enlace en este mismo blog). La idea de que si todo el mundo cobra un salario universal -por el mero hecho de existir- , dejará de trabajar, es absurda y se ha demostrado suficientemente. La inmensa mayoría de la gente lo que haría sería mejorar sus condiciones de vida, trabajar menos quizás, y trabajar tod@s, y desarrollar la creatividad, que siempre redunda en innovación y más riqueza (económica o de otro tipo). Y si alguien prefiere jubilarse joven y sobrevivir con lo justo ¿qué hay de malo en ello? Hay montones de ric@s y de hijos e hijas de ric@s que no hacen otra cosa que vivir unas eternas vacaciones, y no con el salario mínimo precisamente.
Pero, si realmente es imposible llevar a cabo una redistribución de la riqueza por la vía de una fiscalidad equitativa sin llevar a cabo una revolución, nos queda todavía mucho margen para mejorar la situación.

Una estrategia posibilista
En primer lugar, deberíamos vincular estrechamente el coste de los subsidios de desempleo, incluyendo la pérdida de cotizaciones a la seguridad social que comporta el paro, por una parte,  con el despilfarro público que ha dejado en evidencia la crisis y, por otra, con los recortes de las prestaciones sociales básicas.
Habría que constituir un fondo estatal finalista para contratar al máximo número de parados y paradas posible. ¿De dónde sale el dinero para este fondo? En primer lugar de los propios subsidios de desempleo; en segundo lugar de una racionalización del gasto de todas las administraciones y entes públicos (hay mucho despilfarro que no se puede recuperar ¿quién va a comprar ahora edificios e infraestructuras inútiles?), pero sigue habiendo un despilfarro público que en estos momentos no nos podemos permitir, y no hablo de cosas anecdóticas por hirientes que sean, sinó de acciones de mayor calado como la suspensión, por lo menos, del Senado (mientras se replantean sus funciones si es preciso), o del mantenimiento de la Iglesia Católica, o la eliminación de las Diputaciones, que pueden ser substituídas con ventaja, donde haga falta, por mancomunidades voluntarias de municipios. Sólo tres ejemplos entre tantos otros, que no obedecen a ninguna racionalidad económica, sinó a intereses políticos y principios ideológicos  ¿No hay que apretarse el cinturón? Pues empecemos por aquí. Habría que corregir también los tipos impositivos, no tanto como para que los capitales huyan, pero sí hasta un nivel que resulte tolerable. Y habría que equilibrar los salarios también por arriba, por lo menos -para ser realistas- todos los que dependan de empresas públicas.
Los economistas deberían calcular a cuánto debería ascender este fondo (y a cuánto es posible que ascienda), teniendo en cuenta que la ocupación generaría, vía seguridad social y otros impuestos, más ingresos para el Estado, que deberían revertir en el propio fondo, y teniendo en cuenta también que se produciría una reactivación del consumo que permitiría la subsistencia o la revitalización de otras empresas privadas, y, por tanto, la contratación, con lo cual el fondo no debería cubrir el cien por cien del paro sino un determinado porcentaje que, si se reactivaba con ello la economía, sería, además, idealmente decreciente.

La función social de la ocupación pública
¿Y la gente que fuese contratada con ese fondo estatal finalista en qué se debería ocupar? Entiendo que en tres ámbitos fundamentales:
En primer lugar, en reforzar, de acuerdo con su cualificación, los servicios básicos que han sido recortados: sanidad, educación, atención a personas dependientes… incluso al mantenimiento de las infraestructuras públicas más necesarias. Con ello, no sólo mejoraría el servicio sino que se evitarían costes colaterales tipo contratación de asistencia privada, aumento de los índices de enfermedad o absentismo, etc.
En segundo lugar, a todas aquellas iniciativas creativas capaces de generar riqueza, con planes de viabilidad públicamente contrastados y tutelados, por supuesto.
Y, en tercer lugar, a formarse, según niveles y competencias, a formarse en educación básica, a formarse en actividades profesionales que después les permitan trabajar en los sectores mencionados en primer lugar, y a formarse en capacidades necesarias para mejorar su competencia en cualquier campo, como el dominio real del inglés y la informática, entre otras.
Todo esto tiene la ventaja de que, de ponerse en marcha, iría mejorando la situación día a día. Por poner un ejemplo. Si el refuerzo de personal permite mejorar los servicios básicos, el coste que debamos asumir para suplir sus carencias será menor, con lo cual nuestro dinero, el de tod@s y cada un@, cundirá más, o, por decirlo de otra manera, dispondremos de más ingresos discrecionales (el dinero que queda una vez satisfechas las necesidades básicas), que podremos invertir en lo que nos haga más felices y a la vez reactivar la industria, turística, por ejemplo, o del espectáculo.

¿Y quién le pone el cascabel al gato?
Por supuesto los partidos de izquierda, todo@s l@s polític@s que quieran desarrollar una política realmente de izquierdas y tengan algún grado de representación pública y también, de forma especial, los sindicatos, que tienen como única razón de su existencia la lucha por los derechos de l@s trabajad@res y, en primer lugar, el mismisimo derecho al trabajo. Si ni en un escenario como este, o similar, se atreven a actuar, más vale que echen el cierre y sus activos se consideren también amortizables para integrarlos en el bucle que he descrito de riqueza y trabajo. La movilización de la calle seguro que no ha de fallar.
Hay otros aspectos estrechamente vinculados con estos, como el tema de la vivienda o el sentido que pueden tener dentro de esta propuesta las prejubilaciones y los horarios compartidos, pero, como ya me he extendido mucho, lo desarrollaré en una próxima entrada. Entretanto sería bueno que pensásemos, opinásemos y debatiésemos sobre la oportunidad de lo dicho. Este blog, como también los diversos foros, está abierto de par en par.

divendres, 9 de desembre del 2011

Nosotr@s marcamos nuestra agenda

Merkel acaba de imponer su política de austeridad cuartelaria a los países de la zona euro y algunos más de la Unión Europea. Esto garantiza el cobro de la deuda por parte de los mercados a costa de un control férreo del déficit público, lo cual quiere decir máxima austeridad, recortes en salarios y en servicios y prestaciones públicas, privatizaciones, congelación del crédito, aumento de tasas e impuestos, aumento de la jornada laboral, copagos… y cualquier otro tipo de medida que los gobiernos consideren conveniente para reducir el gasto público y aumentar los ingresos. Rajoy se ha apuntado el primero y ha dicho que los resultados electorales le legitiman para adoptar medidas impopulares (no sabemos si también llorará cuando lo haga). En resumen: pintan bastos.
Dicen que lo que pasa es que en Europa hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y que lo hemos hecho a crédito. Y ahora, claro, toca apretarse el cinturón y pagar las facturas. Es un razonamiento perverso, por supuesto, porque esos mismos mercados (bancos, especuladores, etc.) han alimentado esa espiral de consumo, agresivamente y a sabiendas de que esos créditos no se podrían devolver y el Estado actuaría como responsable civil subsidiario, porque, al fin y al cabo, los Estados los controlaban ellos, si no fuese así  se hubieran dejado caer los bancos, las agencias de inversión… garantizando tan sólo los depositos no especulativos mediante un proceso de nacionalización. Pero no es éste el mundo en el que vivimos.
También se podría solucionar la crisis mediante una fiscalidad equitativa que permitiera la recapitalización del  Estado y, a partir de aquí, la adopción de medidas públicas de revitalización de la economía, con la consiguiente creación de empleo, redistribución de la riqueza y mantenimiento de los servicios públicos en su integridad. Pero, como decía Josep Fontana, los ricos no se dejan subir los impuestos y si hace falta trasladan el capital a otros países, entre ellos los paraísos fiscales.
Esto es lo que hay y frente a ello no sirve de nada rasgarse las vestiduras, como no sirve para nada proclamar la revolución mundial o el advenimiento de una arcadia anarquista. Todo esto son utopías y las utopías tienen un papel importante siempre que las conjuguemos  con la acción inmediata, y a la vez las sepamos distinguir de ella. Sino, las utopías se convierten en milenarismos y estos tienen, como alguien decía, un efecto narcotizante.
Hay que mantener el punto de vista en el horizonte pero caminar sobre la tierra. Hay que aceptar que la situación es la que es y que no la vamos a cambiar de un año para otro. Hay que aceptar, como dice Joan Majó, que la crisis es como un largo túnel y que cuando se entra en un túnel no se vuelve a salir en el mismo lugar por el que se había entrado. Que otro mundo es seguro, como dice José Luis Sampedro, pero que nadie nos asegura que sea mejor. Y que todo eso depende, en parte, de lo que hagamos mientrastanto. No ya únicamente el mundo en el que vayamos a dar después del túnel, sino nuestras condiciones de vida durante el tránsito, a partir de mañana mismo, todo depende en parte de nuestra actitud, de nuestra voluntad, de nuestras acciones.
No quiero alargarme más. Tengo la intención de dedicar entradas específicas a cada uno de los pasos que podemos avanzar, a hablar del trabajo, de la vivienda, de la educación en general y particularmente de la universitaria, de la sanidad, de la religión, de la cultura… todo ello con propuestas concretas. También de la coordinación con los políticos que compartan nuestros mismos ideales, como apunta el interesante artículo de Antonio Fuertes. Pero, antes que nada, entiendo que deberíamos recuperar tanto una cierta calma, como una dosis suficiente de realismo, mucho ánimo y una firme disposición a actuar, de una forma inteligente, coordinada y pragmática. Que no nos hagan perder el norte ni nos hagan retroceder un ápice. Estamos pensando pero estamos aquí, debemos estar aquí todas y todos, dispuestas y dispuestos a la acción en cualquier momento. Nosotr@s y no ell@s marcamos nuestra agenda.

dissabte, 3 de desembre del 2011

¿Qué se debe?

La humanidad es una  especie más de las que habitan este planeta. La inteligencia, la capacidad de llevar a cabo complejos razonamientos abstractos, de acumular y transmitir conocimiento, le ha permitido y le permite no sólo adaptarse a todos sus hábitats y cambios sino también transformarlo. Por otra parte, todos los seres humanos, independientemente de nuestro género, aspecto o características físicas, procedencia geográfica o cualquier otro rasgo, somos iguales en nuestra diversidad. Todos procedemos de un puñado de ancestros  que desde su origen en Africa se expandieron por el mundo. Todos nacemos, crecemos y morimos. Y en este proceso tratamos de alcanzar el bienestar que puede tener significados muy distintos para unos y otros.
Estas dos constataciones tan elementales nos conducen a algunas conclusiones tan obvias como rotundas:
En primer lugar, que el planeta no es nuestro. Más bien nosotros, los seres humanos, formamos parte del planeta y en última instancia del universo. Por tanto, no tenemos ningún derecho a esquilmarlo, lo cual no se opone a la evolución, más bien al contrario. Nuestra capacidad de destruirlo comporta la responsabilidad de conservarlo, incluso de mejorarlo, para compartirlo con el resto de especies y transmitirlo a sus habitantes futuros.
En segundo lugar, que todos los seres humanos tenemos el mismo derecho a satisfacer nuestras necesidades y a desarrollarnos en libertad, sin que ninguna otra razón justifique que nadie se pueda ver privado de estos derechos básicos en los que se pueden resumir todas las declaraciones de derechos humanos que se hayan hecho o se puedan hacer en el futuro.
Cualquier ley, religión, política, acción u omisión que atente contra el derecho de las personas a satisfacer sus necesidades básicas y a intentar alcanzar su propio objetivo de bienestar, o de felicidad si se prefiere, respetando escrupulosamente los mismos derechos de las demás personas, es injusta y puede ser legítimamente desobedecida o ignorada.
En el fondo es así de simple. No hay razón alguna para que la humanidad no pueda vivir en armonía consigo misma y con el planeta, con sus necesidades básicas satisfechas y en paz con el mundo y la vida. Nadie nos puede garantizar la felicidad, entre otras cosas dependará de avatares imprevisibles y de nuestros propios objetivos, pero nadie nos puede hurtar el derecho individual a definirla y tratar de alcanzarla.
Por eso, desde esta perspectiva, quiero preguntar al mundo ¿qué se debe? ¿ quién debe qué a quién? ¿Es que acaso la tierra y sus bienes son propiedad de alguien? Como dice un proverbio africano “sólo la azada tiene derecho a la tierra”, somos usufructuarios de las riquezas del mundo, no sus propietarios, nadie se va a llevar nada consigo más allá de la muerte. Por tanto, la acumulación de la propiedad es un delito de lesa humanidad. Tenemos todo el derecho a exigir que se condonen todas esas inhumanas deudas atribuídas a países y a particulares y a exigir que la riqueza acumulada e improductiva sea expropiada y distribuida según las necesidades de las personas y los pueblos.
No estoy en contra de la propiedad, que, siempre, por definición, será una propiedad de uso. Si alguien ha plasmado la ilusión de su vida en tener una casa con un jardín, no seré yo quien le censure por ello. Hay personas que necesitan tener, rodearse de muchas cosas, para sentirse bien, otras pasamos con mucho menos. Tampoco eso me importa. No es ese el problema sino la gran acumulación de capital (dinerario o en forma de bienes muebles e inmuebles) en unas pocas manos, o no tan pocas pero irrisorias en comparación con la globalidad del género humano. Esas manos son las que están en deuda con la humanidad. Nosotros, el resto de la humanidad, no debemos nada.
Ya sé que esto les importa un comino a quienes gestionan los intereses de los mercados, pero, por lo menos, tengámoslo claro en nuestra conciencia: No sólo no debemos nada sino que nos han robado abyectamente. Defendernos ante eso no sólo es nuestro derecho sino también nuestro deber.

diumenge, 27 de novembre del 2011

Acciones para después de la resaca electoral

Parece que hay una notable inquietud en muchas personas del entorno del 15 M a propósito de los resultados de las elecciones, de las atropelladas y alarmantes medidas anunciadas por Mas y de la calma amenazante con que Rajoy se toma las cosas ¿Qué vamos a hacer ahora? ¿No se va a producir una desbandada general ante tan altos muros? …
En la entrada anterior ya dí mi opinión sobre los resultados de las elecciones y la virtualidad que a mi entender tenían para grupos de izquierda minoritarios y socialdemócratas derrotados si sabían leer bien el sentido del voto. Esperemos que sea así y que tengamos una oposición firme y bien dispuesta para regenerar el parlamento cuando la propia crisis que los ha aupado, devore al Partido Popular. Ha circulado ampliamente una simulación del resultado de las elecciones si se hubiera votado mediante el sistema de circunscripción única, es decir, si cada voto hubiese contado lo mismo, independientemente de donde hubiese sido emitido. Ese camino, si conseguimos que algún día se llegue a aplicar, aunque sea después de las próximas elecciones, que, como mucho, van a tardar cuatro años, cambiará completamente la composición del parlamento, reducirá el bipartidismo y reflejará mucho más fielmente la voluntad de las ciudadanas y los ciudadanos.
Pero dejemos las elecciones ya que lo que ahora preocupa es la continuidad de nuestro movimiento y como debemos actuar.
En mi opinión, la continuidad del movimiento no está amenazada. Más allá de algunas deserciones puntuales, los foros de internet, por lo menos aquellos en los que yo participo, han aumentado ligeramente el número de personas adscritas. La victoria del PP se daba por descontada y el hundimiento del PSOE creo que todas y todos deseamos que sea para bien, que de sus cenizas renazca un partido de izquierdas de verdad, aunque sea moderado, aunque no sea el nuestro, pero que no se humille ante el capital.
Entiendo la rabia y la necesidad de mostrar nuestro malestar contundentemente y de inmediato. Se puede hacer, podemos manifestarnos, pero no olvidemos que el PP cuenta con ello y ha dicho publicamente que está preparado para una año de huelgas y manifestaciones.
En cualquier caso, no debemos olvidar que vamos muy lejos, a cambiar el mundo nada menos, que nuestra mayor virtud debe ser la paciencia y nuestra mayor fuerza la constancia. Nuestra marcha debe ser pausada, para permitir que cada vez se incorpore a ella más gente, pero imparable hasta conseguir nuestros objetivos.
Tenemos muchos frentes abiertos, pero ante cada acción debemos calcular si tenemos la fuerza suficiente para llevarla a cabo con éxito. En la situación actual, por ejemplo, de nada serviría convocar manifestaciones multitudinarias o largas acampadas, simplemente porque entre la población hay desánimo, y quien sabe si incluso una cierta resignación. Pero también porque llega el invierno y los días son fríos y cortos y retraen la participación ciudadana. Hay que ser realistas y no forzar las cosas, lo cual no quiere decir que nos quedemos con los brazos cruzados. De hecho, se sigue luchando a diario, por ejemplo, contra los deshaucios.
Los foros virtuales, asambleas y otros lugares donde nos encontramos pueden ser muy endogámicos por decirlo así, hablamos entre personas previamente convencidas, pero son impagables para mantener la sensación de comunidad, para mantenernos alerta ante todo lo que sucede para bien y para mal y para contribuir a mantener despiertas las conciencias que se abrieron con el movimiento del 15 M (y quien sabe si para incorporar otras). Sin esas conciencias que despertaron y se reafirmaron nada hubiera sido posible y el futuro sería mucho más oscuro. Vamos a mantener por tanto esa llama encendida, que en sí misma es ya un gran logro, día a día y todo el tiempo que haga falta.
También debemos formarnos y formar, formarnos para tener las respuestas alternativas que cualquiera nos puede pedir y formar, hacer pedagogía política a nuestro alrededor, para que este moviento, que es telúrico, vaya creciendo y creciendo.
Y debemos ganar visibilidad, por todos los medios posibles, hay que hacer oir nuestras voces más allá de internet, más allá del parlamento, y para ello seguramente habrá que emprender acciones que obliguen a los medios a prestarles atención. Pensad en la imaginación que han mostrado en este sentido organizaciones como Green Peace, deberíamos aprender de ellas y llevar a cabo acciones semejantes ¿Quién se anima a soltar millares de globos o de botellas en el mar con mensajes conteniendo nuestras reivindicaciones básicas? Improviso.  Corre una propuesta en la red para poner carteles con lemas en nuestras ventanas. Es una idea, pero me temo que no tenemos tantas ventanas como para que no queden excesivamente dispersos. Seguro que podemos imaginar acciones más eficaces. El problema, en todo caso, es ¿quién tene la capacidad de convocatoria suficiente para hacerlas realidad?
Hay algunas iniciativas en marcha muy interesantes. Avaaz está recaudando pequeñas sumas de dinero, de quien pueda, para encargar encuestas independientes, científicamente solventes, en diversos países, para conocer la opinión real de la gente (la que no habla, no se manifiesta…) frente a los rescates millonarios, la deuda pública, los recortes del estado del bienestar…  Otra ha surgido de un colectivo integrante del 15 M  en el espacio Agora, reunido en Marinaleda y consiste en una serie de cuestiones centrales sobre las que se podrá pronunciar la población en unos lugares determinados entre el 15 de marzo y el 15 de mayo de 2012. Finalmente, en actuable se recogen firmas para promover una iniciativa parlamentaria para cambiar la ley electoral.
Yo creo que es bastante para afirmar que el movimiento no sólo no se va a debilitar después de la sacudida de las elecciones sino que ya está en condiciones de crecer y fortalecerse y poner en marcha, con intelegencia y sentido de la oportunidad, todas las acciones que somos capaces, sin duda, de imaginar para cada caso, además de los instrumentos característicos de la no violencia activa: la manifestación, la huelga, el boicot, la insumisión… Temo que los plutócratas y los nuevos gobernantes nos van a dar sobradas ocasiones para ejercitarlos. Pero no debemos limitarnos a actuar a la defensiva, tenemos una misión mucho más noble. Debemos tomar la iniciativa y trabajar para compartirla y  así conseguir un mundo en el que la sintonía, la hermandad que impera entre nosotras y nosotros lo impregne todo.

dimarts, 22 de novembre del 2011

Análisis proactivo de los resultados del 20 N

La famosa jornada de reflexión la tendrían que poner el día después de las elecciones para analizar los resultados y definir nuestras actitudes personales y colectivas para los próximos cuatro años.
Yo lo estuve haciendo ayer y mi conclusión es que la composición resultante del congreso de los diputados refleja el más positivo de todos los resultados posibles. Remarco inmediatamente lo de posibles. Obviamente una ley electoral injusta agranda la mayoría del PP y empequeñece los resultados de grupos como IU, pero, de momento, es la ley que hay. Por otra parte, el contexto económico y la forma en que se ha gestionada hacía inevitable un severo correctivo electoral al PSOE. Pensar que ese correctivo se iba a traducir en mayoría de la izquierda real y plural era simplemente ilusorio. La victoria del PP estaba asegurada, es el modelo de alternancia ante la crisis que se ha dado en todos los países de la zona euro y esa especie de arraigada creencia popular de que los ricos saben gestionar mejor la economía. La única duda en ese sentido es si alcanzarían o no la mayoría absoluta.
Y la han alcanzado, pero no tanto por méritos propios (han tenido 441.702 votos más que en las últimas elecciones, que no es mucho), sino por la debacle del PSOE y la abstención.  Ahora van a aplicar con mano dura la política de recortes y privatizaciones que les dicten los mercados, pero, puestos en esa tesitura, mejor que la aplique la derecha que un partido supuestamente de izquierdas travestido de neoliberalismo. Las medidas nos las van a imponer sí o sí y mejor también que lo tenga que hacer el PP con mayoría absoluta, sin poder ocultarse detrás de nadie, a ver si a alguien de tanta gente ciega como parece haber en este país se le abren los ojos.
El PSOE ha sido arrojado a su pozo más profundo por haber asumido como propias unas políticas que debía haber rechazado frontalmente y por sus otros muchos errores. Pero no se ha dado un trasvase de votos del PSOE al PP, o ha sido mínimo. Los votos que ha perdido el PSOE se han distribuido, a pesar de la ley electoral, entre formaciones minoritarias principalmente de izquierdas y nacionalistas. No olvidemos que la fuerza que porcentualmente más ha crecido no es el PP sino IU.
Así las cosas, el PSOE debe decidir si quiere refundarse como un partido de izquierdas. Aunque sea moderado, socialdemócrata, o quiere seguir jugando a aprendiz de brujo, haciendo pactos de estado con el PP, con lo cual se arriesga a asociarse a una mala empresa y a descubrir que su suelo electoral puede seguir bajando.
IU, el partido que votamos mayoritariamente desde posiciones alternativas, ha sacado un resultado excelente, dentro de los escenarios posibles, insisto. Ahora debemos esperar, y exigir, que se convierta en nuestra voz en el congreso, es decir que cumpla a rajatabla su programa, de manera que todo el mundo pueda escuchar que la realidad que pintará el gobierno es tan sólo una visión de la realidad, y por cierto muy interesada. Y que las medidas que propondrá el gobierno para salir de la crisis no son ni mucho menos las únicas medidas posibles. Y esa voz, esas alternativas, desde el congreso deben llegar a la ciudadanía a través de los medios. Uno de los objetivos prioritarios que debe fijarse IU es no quedarse tan sólo en el congreso sino actuar con habilidad para que su voz y sus propuestas se oigan alto y claro en todo el país.
De alguna forma se acabó también, por el momento, con el bipartidismo. Alguien ha dicho que para caer en el monopartidismo, pero no es así, tenemos el parlamento más complejo desde los principios de la democracia y el PP va a tener que sufrir un desgaste lo suficientemente duro como para poder asegurar que en las próximas elecciones perderá apoyo popular, no se cuánto ni si será suficiente, pero las medidas impopulares se pagan caro. Ellos lo saben y no podrán evitarlas.
Ese nuevo parlamento más plural conlleva buenas noticias, como el crecimiento exponencial de IU y la aparición o consolidación de grupos nacionalistas de izquierda como Amaiur, ERC. BNG, Compromís… que esperemos que atiendan a su sustantividad izquierdista antes que a su adjetivación nacionalista, que por otra parte no pido en absoluto que olviden. También, a causa de la ley electoral, se ha premiado exageradamente a las derechas nacionalistas, especialmente en Cataluña, donde, CiU, con un 4,18% del total de los votos obtiene 16 escaños, mientras IU, con un 6,93%, obtiene sólo 11.
¿Qué harán los partidos de la derecha nacionalista como CiU y el PNV? El PP no les necesita y si los partidos nacionalistas de izquierda no pierden el norte no van a poder formar un lobby nacionalista de suficiente entidad, ya que, excepto en la reivindicación nacionalista, coinciden con el PP. En Cataluña ya lo estamos comprobando hace tiempo.  Y la ambigua y extraviada UPD ¿Qué hará? Coincide con el PP en el antinacionalismo, pero en nada más. ¿A qué ascua se arrimará?
Creo que la palabra que mejor define la composición resultante del congreso es catártica. Muchos partidos, si no todos, van a tener que enfrentarse a una especie de ser o no ser. Van a tener que repensarse y ajustar muy bien sus estrategias sino quieren hundirse en la miseria.
Nosotras y nosotros, por supuesto, no nos quedaremos en una actitud contemplativa. Desde ayer la acción continua y habrá que disponerse a ser fuertes y a actuar con unidad y con imaginación. De esto hablamos en una próxima entrada. De momento dejo aquí este mensaje para las fuerzas parlamentarias: “hagan juego sus señorías”.

dijous, 17 de novembre del 2011

A tres días de las elecciones

A tres días de las elecciones aún hay mucho que podemos hacer. ¡Reaccionemos!
No caigamos en la trampa de pensar que “eso no va con nosotros”, porque va y mucho, aunque no creamos en el sistema, estemos hasta la cabeza o seamos ácratas hasta la médula: si queremos canviar el sistema, conseguir una democracia real, necesitamos todos los apoyos posibles, incluso dentro del parlamento, para optimizar nuestros recursos y para ir lo más lejos posible. Abstenerse o votar en blanco es lisa y llanamente apoyar al PP y dar mayor legitimidad a su programa de recortes y privatizaciones. Vota IU, o, si lo prefieres, otro partido minoritario con posibilidades de acceder al parlamento. Necesitamos voces afines, no nos podemos permitir el lujo de prescindir de ellas.
Vota para el senado la candidatura de Escaños en blanco, es la forma más directa de decirles que no lo queremos para nada, que es un derroche y una satrapía. Aquí ni partidos minoritarios ni absteciones ni nada que pueda entenderse como legitimación por activa o por pasiva.
Y habla con la gente de tu entorno, con los vecinos, con la família, con tanto descontento como hay pero que piensa que la mejor manera de castigar a los políticos es abstenerse. ¡Craso error! La gente no es tonta, para nada, pero hay que explicarle las cosas que ciertamente no explican los medios. Cada voto que pasemos de la abstención a la oposición al sistema es un paso hacia nuestra meta, que es colectiva.
A partir del día 21 tendremos que enfrentarnos a una realidad mucho más dura de la que hemos vivido hasta ahora. Preparemonos y hagamos acopio de todas las fuerzas posibles. Yo no me resigno a convertirme en una especie de  manifestante permanente y medio zombi. Yo quiero cambiar las cosas ¡Yo quiero ganar!

dimarts, 15 de novembre del 2011

¿Y el senado qué?

De eso no hablamos, pero en las elecciones del día 20 vamos a votar también por el senado. En este sentido creo que nuestra posición es muy clara y consensuada: no queremos senado para nada. ¿Para qué sirve el senado? ¿Cuánto nos cuesta el senado? … Si luchamos por una democracia real, directa, participativa, sólo nos falta una segunda cámara que ejerce de estorbo y adorno de lujo.
En este caso pienso que realmente no vale la pena votar por ningún opción mayoritaria ni minoritaria, tampoco abstenerse, ni votar en blanco, ni siquiera nulo, con todo lo cual lo perpetuamos. Piense que, en el senado sí, la mejor opción puede ser votar la candidatura de Escaños en Blanco para que se haga evidente, allí, donde nada importante se va a decidir, nuestro rechazo a un sistema que, además de secuestrar la voluntad del pueblo, mantiene con nuestros desmantelados recursos un verdadero cementerio de elefantes.

diumenge, 13 de novembre del 2011

Tu voto es tan imprescindible como tu presencia en la calle

Las encuestas sobre el 20 N que publican los periódicos de hoy son como para salir corriendo. Todos dan una amplia mayoría absoluta al PP, suficiente para gobernar sin atender otras razones que las que les impongan los mercados. Debemos prepararnos para cuatro años (por lo menos) de gobierno de los ricos y los poderosos, un gobierno mucho más opresivo que hasta ahora. Viviremos privatizaciones en todos los ámbitos y, por consiguiente, recortes drásticos. La idea de que una buena sanidad,  una buena educación o una jubilación digna sean lujos para quien se los pueda pagar está a la vuelta de la esquina. Como está a la vuelta de la esquina la regresión de las conquistas sociales que se han conseguido en estas últimas legislaturas: el reconocimiento a todos los efectos de los matrimonios homosexuales, la libertad de elección de la mujer en la interrupción del embarazo… no digamos ya la separación entre Iglesia y Estado porque si esto no lo habíamos conseguido ni siquiera durante ocho años de gobiernos socialdemócratas, imaginaros ahora.
Por supuesto seguiremos movilizadas y movilizados contra todo esto, luchando en las calles y donde se tercie, pero ya habéis visto que consideración le merecemos al PP, para ellos no somos más que un hecho anecdótico, una molestia (poque no llega a daño) colateral. Y si algún día conseguimos aglutinar fuerza suficiente como para preocuparles, pasaremos directamente de hecho anecdótico a la más flagrante ilegalidad.
En mi entrada anterior pedí un voto masivo de todas y todos nosotros a Izquierda Unida para optimizar nuestra fuerza dentro del parlamento (ved los argumentos en El voto como manifestación colectiva). Las encuestas son demoledoras, sí, pero todavía no se ha votado y, ante la que se nos viene encima, yo quiero pedir a todas las compañeras y los compañeros que no piensan ir a votar el o piensan votar nulo, sea por ideología o por decepción reiterada,  que se lo replanteen y voten a los partidos minoritarios de izquierda, Izquierda unida u otro que tenga oportunidad de salir. El sistema no espera tu voto, pero no estamos en condiciones de  perder una voz y un apoyo en el parlamento poque tú le des la espalda, ellos no lo harán.
Si queremos conseguir algo y no queremos convertirnos en un ornamento del sistema, un ornamento que incluso le otorga una cierta pátina de tolerancia y modernidad, debemos actuar de forma unitaria y utilizar todas las armas a nuestro alcance. Las urnas también, no para avalar el sistema, sino para cambiarlo desde dentro.  Tu voto es tan imprescindible como tu presencia en la calle. Queremos un mundo mejor, y creemos que este mundo es posible, pero ¿para cuándo? ¿Cómo lo vamos a conseguir si no ganamos terreno en todos, todos, los frentes? Compañeras y compañeros, tenemos los mismos fines, unamos nuestros medios.
Aún más, sabemos que muchos votos del PP van a ser votos basados en el descontento, un descontento no tan distinto del que puede estar en el fondo de nuestra movilización, pero que, con la desinformación imperante, ese desconento se va a manifestar, como única salida, en un cambio de gobierno. Aquí hay un problema muy grave y consubstancial con nuestra sociedad ¿Cómo va a ejercer su libertad quien la única información que recibe es la de los medios de comunicación de masas, básicamente la televisión? Una persona desinformada no es una persona libre.
Deberíamos trabajar a fondo con las personas cercanas, en nuestros distintos ámbitos de influencia, para explicarles que existen otras opciones y otras explicaciones de lo que está sucediendo. Es casi una misión que todas y todos nos deberíamos fijar, la de dotar a todo el mundo de intrumentos para poder ponderar la realidad equilibradamente, para que después cada quien haga lo que le parezca, pero con conocimiento de causa.
Y deberíamos buscar las formas (en plural), los resquicios, por pequeños que sean, para introducirnos en los medios de comunicación, cuanto más masivos mejor, para contrarrestar la desinformación, el sesgo, al que la población se ve sometida diariamente. Sino, corremos el riesgo de quedarnos en una élite, una vanguardia, y una vanguardia sola no cambia el mundo. 
Esta es una una estrategia sobre la que deberíamos hablar, y desarrollar, utilizando todas las tácticas posibles.  Pero ahora tenemos en frente una responsabilidad perenptoria: hacer presentes nuestras voces, alto y claro, en el parlamento, a través de formaciones que, aunque imperfectamente, nos puedan representar (allí, solo allí). Lo contrario, compañeras y compañeros, sería una irresponsabilidad que, más pronto que tarde, tendríamos que lamentar.

diumenge, 6 de novembre del 2011

El voto como manifestación colectiva

La verdad es que, después de leer las encuestas del CIS, no apetece seguir hablando de elecciones, pero creo que, precisamente por eso, lo debemos hacer. Parece que los gestores, representantes y titulares de los mercados van a arrollar y eso requiere por nuestra parte una gran movilización colectiva.

En estos últimos días han circulado en medios alternativos muchas reflexiones en torno al voto, reflexiones colectivas y reflexiones individuales. El común denominador de esas reflexiones es no votar a los partidos mayoritarios corresponsables de la situación en que nos encontramos: PSOE y PP y tampoco a los que les han prestado su apoyo en las medidas más regresivas: CiU, PNV y CC. Todas las recomendaciones sensatas que he leído o escuchado, apuntan a la necesidad de votar (para no favorecer indirectamente a un partido mayoritario) y de hacerlo a un partido minoritario o bien  recurrir al voto nulo.
Mi idea inicial era votar al PSOE con la esperanza de que llevaran la lección bien aprendida y constituyeran, por lo menos, un frente consistente contra la derecha ultraliberal del PP. Finalmente no lo voy a a hacer por dos motivos. 
El primero  es fruto de una interesante reflexión  de Ernesto Ilkermn “Instrucciones para votar el 20 N”, que recomiendo encarecidamente  y que, en lo relativo a este aspecto,  reproduzco aquí: A nadie se le escapa que con mis recomendaciones para votar, lo que intento es que el PP consiga el menor número de escaños posible. Sin embargo a alguien le podría extrañar que para ello no promueva el voto al PSOE, que por mucho que pierda seguirá siendo la otra pata del bipartidismo. Pues es muy sencillo. Para evitar la catástrofe nacional, a la que nos llevará el PP si consigue la mayoría absoluta, no se puede contar con un PSOE  fuerte, que lleva tiempo diciendo si wana a lo que los mercados, la Unión Europea o el FMI exigen, y que, dicho sea de paso, nos ha conducido a la situación en la que estamos. En política económica el PP lo único que hará es profundizar en los recortes efectuados por el PSOE. Sin embargo, si el PSOE se lleva el varapalo electoral de su vida, y a cambio las pequeñas fuerzas aumentan su presencia en el Congreso, hará que ese voto cómplice del PSOE deje de serlo, ante lo que le podría suceder: desaparecer. Seguramente, entonces, empezará a ejercer de oposición.”  (Véase el texto completo en http://politicadeernesto.blogspot.com/).
El segundo motivo de mi cambio es que pienso que, aunque el voto es estrictamente individual y cada cual hará lo que quiera con el suyo, estaría muy bien que, en aras de una mayor eficacia, todos y todas los que de alguna forma hemos estado participando y participamos de esta movilización general de ciudadanas y ciudadanos, hiciéramos sentir nuestra fuerza conjunta votando en un mismo sentido.
Ernesto Ilkermn propone una compleja estrategia por comunidades autónomas. Voy a ir más allá: propongo que la mayoría más amplia posible de personas que nos oponemos a la dictadura de los mercados y queremos recuperar la hegemonía de la democracia y de la justicia social, votemos a Izquierda Unida. Que no dispersemos el voto en multitud de opciones minoritarias porque ni van a salir ni nadie las va a sumar conjuntamente. Si queremos conseguir un verdadero efecto en número de escaños y de votos debemos centrarnos en una única opción alternativa (no comprometida con las políticas regresivas aplicadas durante esta legislatura y con un programa que recoge lo esencial de nuestras reivindicaciones). Empecemos la regeneración democrática por ahí.
No veo la utilidad del voto nulo, aunque entiendo y comparto el cabreo, las pancartas son para las manifestaciones, no para las urnas (donde nadie va a hacer ni caso). El rechazo a la política llevada hasta el momento por los partidos mayoritarios se va a entender mucho más claramente sumando votos a la izquierda (aunque no todos se traduzcan en escaños) que no acumulando votos nulos, que cada cual va a interpretar según sus intereses. Dicho lo cual, es cierto que es preferible un voto nulo a la abstención o al voto en blanco, que perjudica a los partidos minoritarios.
Frente a esta propuesta hay que hacer una excepción en territorios como Cataluña, el País Vasco, Galicia o la Comunidad Valenciana, donde se presentan partidos nacionalistas de izquierda, que van a defender las mismas políticas sociales y progresistas y que tienen arraigo y posibilidades de obtener escaños. No entiendo en cambio que se proponga como partido minoritario alternativo al PNyD de Rosa Díez, que es un partido de la derecha liberal, que no dudará en pactar con el PP. Para quien no lo tenga claro, que lea en El País de hoy, la columna de Vargas Llosa "Una rosa para Rosa", donde, entre otras cosas, dice: "En estas elecciones votaré a UPyD porque sería el aliado ideal para el PP, aporta aire fresco, combate el nacionalismo y evitaría aguar las reformas sociales de Zapatero".
En resumen: hemos demostrado saber manejarnos muy bien en las calles, en las asambleas, en las redes... ahora es el turno de las urnas y la lógica es otra. Las primeras elecciones generales desde el 15 M. Con los mismos ideales con que escribo, hablo o me manifiesto, pido ahora el voto colectivo de todas y todos las y los que nos hemos reconocido en una misma lucha, para Izquierda Unida, para asaltar democráticamente el parlamento por la izquierda y arrastrar desde allí, como dice Ilkermn, al PSOE hacia una verdadera oposición socialista. Y propongo que expandamos la idea a nuestro entorno y que, como dice un lema que nos es familiar, seamos legión.
Ojalá a alguien se le ocurriera la forma de ir a votar en masa, o de identificarnos de alguna manera a la hora de emitir el voto, para que todo el mundo, también interventores y periodistas, tuviera claro que "los indignados están aquí".

dimarts, 1 de novembre del 2011

"O povo é quem mais ordena"

Vivimos en una sociedad democrática. Los poderes del estado se fundamentan y legitiman en nosotras y nosotros, el pueblo. No existe un poder estatal per se, no existe el estado al margen de la sociedad. El poder del estado no proviene de ninguna fuente sobrenatural o histórica sino de la delegación temporal que hacemos cada uno y cada una de nosotros y nosotras de parte de nuestro propio poder, de nuestra voluntad y libre albedrío en determinadas personas que libremente y en concurrencia se ofrecen para representarnos, para usar los poderes que hemos depositado en sus manos para velar por nuestra seguridad, nuestro bienestar y nuestros intereses colectivos.
No hay más poder en el mundo que el que emana de cada ser humano, de su capacidad de decisión y acción. Ese poder puede ser arrebatado, y así ha sucedido a lo largo de la historia, por la fuerza de las armas o por el temor de los dioses, pero eso es lo que han intentado corregir las democracias parlamentarias, a costa de mucha sangre.
Nuestras democracias son imperfectas. Cada cuatro años, o cuando corresponda, votamos a nuestros y nuestras representantes, en base, como mucho, a unos programas que leemos o nos explican y sobre la ejecución de los cuales no tenemos ninguna capacidad de control. Más allá del acto trascendental de delegar nuestra soberanía mediante el voto, nuestra autoridad desaparece hasta la siguiente legislatura. Es más, la delegación de nuestra soberanía no se ejerce en personas determinades  sino en partidos-bloque, con lo cual, nuestra capacidad de pedir cuentas disminuye aún más. En la práctica, la democracia deriva en una partitocracia, en la cual, la voz del pueblo frente a desviaciones programáticas, por ejemplo, o coyunturas imprevistas y de especial gravedad, como la presente, no cuenta para nada. Ni siquiera la del diputado o diputada individual, sujeta a esa aberración democrática que denominan disciplina de voto.
Hay más, aunque no existe otro poder legítimo que el poder que emana del pueblo, existen los poderes fácticos, de hecho,  aunque no de derecho, que en las democracias occidentales se basan siempre en última instancia en el poder del dinero. Todo se compra y se vende en este mundo. Los medios de comunicación, que configuran la versión canónica de la realidad que se nos presenta cada día, las personas, por supuesto, que debemos cubrir nuestras necesidades y las de quienes dependen de nosotras, necesidades con frecuencia inventadas o acrecentadas por los mismos poderes fácticos. Y también el estado. Los partidos que aspiran a ser hegemónicos, y por tanto a aplicar su política, dependen para su financiación de esos mismos poderes fácticos, o, por lo menos, deben respetar determinadas líneas rojas que les vienen fijadas implícitamente, porque lo que sí es meridianamente claro es que nunca conseguirán ganar unas elecciones en contra de los poderes fácticos (que, entre otras cosas, dominan los medios de comunicación y por ende la realidad). Se puede optar por ser un partido testimonial, ciertamente, pero, en un parlamento ¿de qué sirve un partido testimonial? De la misma forma, dentro de los partidos se impone una jerarquí a y una ortodoxia. Quien pretenda salirse de ella pierde su puesto y no hay que olvidar que estos puestos, para muchas personas, se han convertido en un oficio, una colocación, una cómoda poltrona para toda la vida, aun suponiendo que la utilicen legalmente, sin aprovecharla para hacer trapicheos ilegales por las rendijas del sistema.
Finalmente, los poderes fácticos se infiltran, directamente o mediante testaferros en las instituciones del estado (el parlamento, el gobierno, el poder judicial…) o miembros de los poderes del estado son captados por los poderes fácticos y sirven y comparten sus intereses. Hay excepciones, claro, en todas partes hay personas honradas, pero son sustituibles.
Así pues, en la práctica se produce una superposición del estado respecto a la ciudadanía soberana, y otra superposición de los poderes fácticos por encima de los poderes del estado, con lo cual la lógica de la democracia se subvierte.
De ahí, por supuesto, que se rescaten los bancos con dinero público: si es nuestro dinero deberían ser nuestros bancos, que se nacionalicen. De ahí que no se ejerza la justicia redistributiva, que atentaría contra los intereses de los poderes fácticos, ni las democracias occidentales puedan ponerse de acuerdo para acabar con los paraísos fiscales. De ahí que se hayan privatizado tantas empresas públicas y se propongan privatizar más, empresas rentables que contribuían a sanear las arcas del estado, nuestras arcas. De ahí que se atente contra el núcleo duro del estado del bienestar, convirtiendo en la práctica la sanidad, la educación, las jubilaciones… en sectores sujetos a las leyes del mercado. De ahí tanta corrupción y apoltronamiento, de ahí tantas medidas políticas estúpidas que no han servido ni para lavar la cara de quien las ha propuesto y han cubierto el país (este país por lo menos) de infraestructuras absurdas e insostenibles. De ahí los cinco millones de parados, hijos de la desrregulada libertad de empresa.
Difícilmente vamos a poder inquietar a los poderes fácticos: no nos tienen miedo, nuestra movilización para ellos es anecdótica. Pero sí al estado, nuestra lucha debe ser política, transformar la democracia desde la democracia, el estado puede actuar sobre los poderes fácticos, aunque para eso debe regenerarse y atreverse a ello. En el fondo todo está en nuestras manos, aunque parezca mentira, el poder radica en el pueblo. Hace falta creérselo y activarse, que las vanguardias movilicen al resto del pueblo, que se vote con reflexión y con intención, y a continuación que se estreche el marcaje y la exigencia sobre los y las representantes políticos, para que la hermosa frase de José Afonso que encabeza este texto pueda ser verdad.

diumenge, 23 d’octubre del 2011

20 N, el sentido del voto

Desde el momento en que las insituciones políticas democráticamente elegidas (a cualquier nivel territorial) ceden ante los intereses espúreos del capital especulativo, que reclama la devolución de una riqueza que nunca ha existido, la democracia parlamentaria queda seriamente afectada y se convierte en una  especie de ceremonial versallesco en gran parte vacío de contenido. La impresión de estar contemplando muñecos inanimados, que tenemos con frecuencia cuando escuchamos los discursos de nuestros políticos, no carece de fundamento.
Ahora, esas mismas instituciones, esos mismos políticos, nos llaman, en España, a participar en unas elecciones libres que se antojan una grotesca pantomima ¿Para qué vamos a votar? Ni yo ni nadie con quie yo pueda compartir algo votamos para que se aplicara esta política, para que desmontara el estado en su sentido más pristino y se sacrificaran sus más nobles funciones en los altares de las bolsas mundiales. El cuerpo me pide soltar un exabrupto y largarme con el viento fresco, ni siquiera me apetece hacer el esfuerzo de rellenar un voto nulo con alguna expresión soez.
Y sin embargo votaré, porque, ya lo dije en otra entrada ¿qué otra opción nos queda? Ante el asalto a nuestros derechos más elementales, a nuestras ilusiones más íntimas y modestas, a nuestro futuro, a nuestras propias vidas… ¿qué otra cosa podemos hacer que no sea utilizar los mecanismos de la democracia parlamentaria? Podemos movilizarnos, por supuesto, y espero que sigamos haciéndolo, pero con eso podemos conseguir como mucho ligeros retoques en algunas medidas sociales, influir en el estado de la opinión pública y la de algunos políticos… mo más. Repasemos la historia: ninguna revolución pacífica ha triunfado jamás en un contexto que se asimile mínimamente al nuestro. De nada nos valen ejemplos como los de Islandia, por estimulante que sea, con una población más propia de un vecindario de una gran ciudad que de un estado de la Unión Europea, ni la India de Gandhi, en un contexto mundial de sustitución del colonialismo político por el imperialismo económico, y que además terminó en un baño de sangre, ni las revoluciones árabes frente a regímenes dictatoriales sin ninguna legitimación popular y con el interesado apoyo occidental… No, en nuestro contexto, desgraciadamente, no caben revoluciones pacíficas para cambiar las cosas, ni se dan las condiciones, ni la relación de fuerzas, ni el sentimiento en la inmensa mayoría de nosotras y nosotros para cambiar el statu quo de otra forma que no sea ejerciendo nuestros derechos como ciudadanas y ciudadanos.
Por eso votaré, porque, a pesar de todo, la forma más plausible de reorientar el rumbo de la historia hacia el bienestar de la humanidad sigue siendo la democracia parlamentaria, no sola, por supuesto, pero como plataforma principal. Si no es a través de los parlamentos, me temo que no conseguiremos nada que no pueda ser deglutido cómodamente por el sistema capitalista, entendido como la preeminencia de los intereses del capital por encima de los intereses y las necesidades del  pueblo.
Y, puestos a votar ¿a quíén votar? He recabado y escuchado muchas opiniones en estos días, en todos los sentidos, y supongo que las seguiré recabando y escuchando y ofrezco esté blog como un espacio más para expresarlas y debatirlas. Unas hablan directamente de abstención, con el argumento de que esto, al bajar el número de votos necesario por escaño, favorece la entrada de los partidos pequeños, pero eso sólo valdría si los que se abstuvieran fuesen los que van a votar a los partidos mayoritarios, que, por lo menos en el caso de la derecha, está claro que no lo harán, y si no es así el efecto no se produce. El voto nulo, más allá de su función catártica, produce el mismo resultado en cuanto a aritmética electoral. El voto en blanco, en cambio, en la medida en que hace aumentar la participación encarece la obtención de escaños, para la cual se necesitan más votos, como sucede con el voto a partidos previsiblemente extraparlamentarios, ya que estos votos, si no se obtiene ningún escaño (muy caros en según que circunscripciones electorales) y, en todo caso. los restos sobrantes, también se van a repartir proporcionalmente entre los partidos más votados.
En esa tesitura, parece que los únicos votos que realmente van a encarnar la voluntad del o la votante son aquellos que se dirijan a partidos que previsiblemente vayan a obtener representación parlamentaria en la circunscripción en cuestión (y aun así quedan los flecos, pero, con esta ley electoral, no podemos controlarlos). Obviamente cada cual votará como le venga en gana (este derecho aún no nos lo han recortado) pero yo voy a intentar utilizar mi voto como un instrumento más de rebelión y para eso voy a votar a la izquierda.
No me parece higiénica la alternancia, ya sé que se dice mucho, porque, en el estado actual de cosas, debe producirse entre dos únicas opciones hegemónicas y cerradas. Mi concepción de la democracia tiene mucho más que ver con la pluralidad y las listas abiertas, que permitan, e impliquen, una mayor corresponsabilización de las personas con su voto. Y esto, de momento, no lo tenemos.
El gobierno socialista saliente lo ha hecho muy mal. Ciertamente ha puesto en marcha algunas leyes y reformas sociales importantes que pueden verse seriamente amenazadas por un gobierno de derechas  (quien viva o conozca Cataluña tiene una clara muestra, y representa que moderada, de lo que puede hacer la derecha, con el gobierno de CiU). Pero, en cualquier caso, coqueteó durante mucho tiempo con la burbuja inmobiliaria, se perdió en un laberinto de medidas paliativas para la crisis que no quería reconocer, medidas que no sirvieron prácticamente para nada, y, sobre todo, asumió el papel, que no correspondía a un partido de izquierdas, de acatar y aplicar las medidas impuestas por el directorio europeo. En ese momento, el gobieno Zapatero debía haber dimitido y convocado elecciones, por lo menos para que la ciudadanía tuviéramos bien claro quién era qué y dónde estaba. Un partido llamado socialista aplicando medidas neoliberales de carácter radical fue un espectáculo bochornoso.
Después vino el 15 M, y con él, muchos y muchas nos sentimos tocados por un hálito de aire fresco y comenzamos a manifestarnos y a levantar nuestras voces, y lo seguiremos haciendo sin desfallecer, que a nadie le quepa ninguna duda. Y nuestro mensaje caló, por lo menos formalmente, en algunos políticos de la izquierda. Alguno llegó a hacerse portavoz improvisado de nuestras reivindicaciones en el congreso, otros, me consta, han vivido serias crisis ideológicas y han promovido el debate dentro de sus partidos. Rubalcaba, aunque muy matizadamente, incorpora moderadamente algunas ideas surgidas del 15 M y las movilizaciones posteriores en su programa y otros partidos más a la izquierda lo hacen de una forma más directa.
Creo que debe entenderse el 20 N como una batalla más en nuestra lucha. Y esta no se libra con nuestra presencia en las calles, con asambleas, consignas o manifiestos, sino con los votos.
Todas las encuestas dan como claro vencedor de las elecciones al PP de Mariano Rajoy. Esto significa la derecha de la derecha, daría lo mismo poner en su lugar directamente a los directivos de los bancos y de los fondos de inversiones junto con algún grande de España. Y estos no nos van a hacer ningún caso, para ellos somos claramente el enemigo, un enemigo al que se puede tratar con condescendencia mientra no moleste demasiado, o con contundencia cuando consideren que ha cruzado la líneas de las buenas maneras. Bien, pues al enemigo ni agua, ni un voto por error u omisión. Dicen que su victoria es imparable pero si no lo intentamos no lo sabremos jamás.
En esta batalla incruenta hay que luchar con todas nuestras fuerzas para que gane la izquierda o para que, en el peor de los casos, el PP no lo haga con mayoría absoluta, de manera que no pueda funcionar como una apisonadora en el parlamento, sino que se vea obligado a pactar. Da igual que se vote al PSOE, a IU o a otro partido de izquierdas que pueda obtener escaños. Da igual mientras no se tire el voto. Yo me inclino por votar al PSOE porque pienso que es el voto que aritméticamente más puede favorecer al bloque de partidos de izquierda. No me gustan las listas que han confeccionado a base de codazos y con escasa renovación, temo la realpolitik y el apoltronamiento… Pero esa es otra fase de la lucha. Si se consiguiera un gobierno de izquierdas o, por lo menos, una oposición de izquierdas con capacidad de vetar según qué medidas de gobierno, según que iniciativas legislativas, al día siguiente tendríamos que estar pidiéndoles cuentas y exigiendo, para empezar, una renovación a fondo de la ley electoral para dar cabida a una mayor pluralidad y a una representatividad más directa.
Esta es mi opción en estos momentos, estoy abierto a reflexionar sobre todo tipo de opiniones razonadas, pero lo que no pienso hacer es votar por ética ni por estética, lo que estamos viviendo es demasiado grave y lucharé contra ello en todos los frentes, pero el dia 20 N mi arma, nuestra arma, es mi voto, nuestro voto.

dimarts, 18 d’octubre del 2011

¿Y ahora qué?

El pasado sábado un gran número de personas salimos a la calle, en ciudades de casi todo el mundo, distintas y distantes, para manifestar conjuntamente nuestra radical oposición  a la situación de injusticia social galopante a la que nos ha abocado el desenfreno capitalista.  Debemos celebrar nuestra capacidad de movilización, de autoconvocatoria, y especialmente en ciudades como Barcelona o Madrid, donde, más allá de los habituales bailes de cifras, las manifestaciones fueron masivas. Y debemos celebrar la globalización del fenómeno, la capacidad de actuar unidos frente a un enemigo común desde Hong Kong a Roma, Barcelona, Santiago de Chile o Nueva York, con unas mismas consignas.
Sin embargo, aun consciente de la grandeza de esa capacidad de movilización, me embarga un sentimiento de tristeza. Por diversas razones. Por una parte es un sentimiento que ya percibí en el ambiente en la propia manifestación del sábado en Barcelona. Era muy distinta de la del 19 de junio. El 19 de junio fue como un estallido de alegría colectiva, quizás por la inesperada constatación de la magnitud de nuestras fuerzas. En cambio, el sábado la manifestación discurría seria, como con desánimo, tal vez en parte por el insólito recorrido por tan amplias avenidas que invitaban a la dispersión, pero seguramente aún más por una extendida sensación de cansancio y desesperanza. Había mucha gente mayor, y esto es bueno, pero también es preocupante porque indica hasta donde ha ido calando la crisis.
Mi segundo motivo de tristeza me invadía ayer en la universidad cuando algunos colegas me preguntaban jocosamente si mi dedicación a combatir y reflexionar sobre la actual situación política y económica se debía al aburrimiento y uno me proponía que, si me sobraba tiempo, fuese a cuidar de sus hijos para que él pudiera escribir. Ciertamente tiempo no me sobra y compagino como puedo mis actividades en el blog, en facebook o en otros foros con mis obligaciones académicas y con mis compromisos de investigación y publicación. No sé si los comentarios eran fruto de la culpabilidad que debe conllevar esa neutralidad y esa inactividad tan cómplice. En todo caso, esos, y muchos otros de mis colegas, no fueron a la manifestación, ni mucho menos perdieron su tiempo en aportar ideas y reflexiones (otros sí), se dedicaron a hacer y promocionar currículum, como advertía aquí en un comentario Sustine Hefalu. Y eso produce una tristeza especial, porque uno piensa que la universidad, y no sólo algunos universitarios, debería ser un observatorio atento de la realidad social, y un foro de debate, opinión y propuestas ¿Dónde sino se debe llevar a cabo una reflexión crítica más allá de los intereses particulares de cada uno?
Pero, finalmente, lo que más me entristece es que después del 15 de octubre parece que nada tenga continuidad. Ciertamente no es así. Hay grupos que siguen en luchas muy concretas, por ejemplo  para evitar deshaucios; las asambleas, debates y reflexiones de todo tipo y en todos las plataformas físicas o virtuales continuan también, pero, precisamente después de la movilización es cuando se hace más evidente la incapacidad de ir más allá, de articular respuestas efectivas. No hace falta que lo diga Zygmunt Baumann, desde el 15 de mayo se es perfectamente consciente de ello, y, por otra parte, el conjunto del movimiento que se ha convenido en llamar de los indignados siempre ha rechazado la acción política formal y se ha puesto como objetivo despertar y aglutinar las conciencias, de los jóvenes en primer lugar, pero en última instancia del conjunto de la población.
Despertar las conciencias es un paso muy importante, pero insuficiente, hay que aportar y articular ideas y propuestas que permitan incidir realmente sobre el desarrollo político y económico del mundo. Pequeñas y grandes propuestas. Por eso quiero insistir en el papel de la política formal, de partidos, y en la necesidad de incidir estratégicamente en ella. No entro, por no extenderme demasiado, en la concreción de las estrategias electorales y postelectorales sobre las que algunos habéis opinado en este blog y que es un debate que está en la calle. Prometo dedicarme a ello en una próxima entrada. Pero es, yo diría que con toda seguridad, el flanco en el que más se puede influir para cambiar las cosas. Mi hijo, de 22 años, en la manifestación, me decía que esto se va a ir agravando progresivamente hasta acabar en una estallido (una revolución decía él) violento. Espero que no y pienso que precisamente les debemos a ellos, a nuestros hijos,  todos nuestros esfuerzos para intentar resolver las cosas de otra manera.
Por tanto, entre el 15 O y el 20 N, y después, se requiere el compromiso de todas y todos, un compromiso activo , grandes ideas que sólo surgirán de un brainstorming global en el que nos debemos emplazar y conjugar el poder de todas y cada una de nuestras mentes.

dijous, 13 d’octubre del 2011

Gracias

Gracias a todas y a todos los que os habéis tomado la molestia de acercaros a este blog. Gracias a las que habéis dejado comentarios tan cordiales. Gracias a todos y todas los que habéis manifestado interés por seguirlo y con ello me animáis a continuar. Me gustaría que éste fuese un lugar de encuentro más, como la calle, como tantos otros espacios físicos o virtuales que podemos compartir, para intercambiar nuestras opiniones. Os animo a escribir, a opinar, a converger, a discrepar… porque así es como nosotros hacemos las cosas, mediante el diálogo, el respeto y la solidaridad. En el entramado de nuestros valores y actitudes, de nuestros esfuerzos, en todo tipo de redes, radican nuestros poderes.
Este blog es muy sencillo, mis habilidades informáticas no alcanzan para mucho más, y, en este momento, pienso que primaba la urgencia, mi necesidad peremptoria, por lo menos, de decir alto y claro lo que pienso. Me gustaría que el futuro de este espacio, si queréis, fuese mucho más interactivo. Pondré de mi parte todo lo que pueda para mejorarlo, para hacerlo más accesible y atractivo, y me comprometo a mantener por lo menos una entrada semanal. Pero espero también que mi voz sea una más a sumar a las vuestras, aquí o donde me emplacéis. Entretanto, a todas y a todos los que me habéis leído, un sentido abrazo, y hasta el sábado, estéis donde estéis, porque por muchos quilómetros que nos separen, marcharemos juntos.

dimarts, 11 d’octubre del 2011

Días sin vino y sin rosas

No sé si vivimos en una crisis económica. Da igual. Si es una crisis no la provocamos nosotros, la inmensa mayoría de los ciudadanos del mundo, sino la desmedida ambición de unos cuantos  y la dejadez cómplice de otros tantos. Sin embargo, no sé por que designio astral, somos nosotros quienes la estamos pagando y la seguiremos pagando durante mucho tiempo a costa de nuestro bienestar, de nuestra dignidad, incluso de nuestras vidas. Y por esa razón, por ese gigantesco absurdo, por esa inimaginable injusticia, vivimos inmersos en una depresión social colectiva. No hay vino ni rosas en nuestros días, sino tristeza por lo que estamos viviendo  y miedo por lo que ha de venir.  ¿O es que alguien puede contemplar sin tristeza como crecen en silencio, casi con vergüenza, las masas de parados, o como los jóvenes parecen condenados a vagar como ánimas en pena en una especie de limbo que les niega la independencia? ¿Es que alguien puede no tener miedo a enfermar o envejecer en medio de recortes sociales? ¿a ser el siguiente en la cola del paro porque antes está la deuda?
Todos, menos los que han decidido meter la cabeza en un agujero y hacer como que no pasa nada (que no son pocos) sabemos perfectamente en qué situación nos encontramos, cómo hemos llegado a ella y lo que podemos esperar que suceda mañana.  Es útil repetir una y mil veces la injusticia flagrante de este estado de cosas, aportar datos, escandalizarnos ante cada nuevo desmán, sin duda, pero ya no basta, hay que actuar ¿Cómo?
El sistema capitalista tiene una inmensa capacidad de fagocitación, unas tragaderas enormes, y los ciudadanos somos pacíficos, hasta hoy ejemplarmente pacíficos, y no vamos a emprender una lucha armada. Pero debemos utilizar todos nuestros medios  estratégicamente. Sería insensatamente cándido no hacerlo.
Ahora tenemos ante nosotros dos fechas clave muy distintas entre sí y que requieren movimientos estratégicos igualmente distintos. El próximo 15 de octubre debemos ocupar, pacíficamente, reivindicativamente, con alegría y firmeza, las calles de nuestras ciudades. Nadie puede quedarse en casa, nadie es prescindible ni puede delegar su presencia. Debemos demostrarle al sistema, en todo el mundo, que “somos muchos más de los que quieren y dicen”. Los medios de comuicación de masas después dirán lo que quieran ¿Cuál de ellos puede vindicar con razón su independencia? Pero, afortunadamente, tenemos otras formas de comunicarnos, de saber que, en un lado y otro del planeta, nos hemos estado manifestando juntos. Una marea humana exigiendo responsabilidades y que le retornen su dignidad. Si todos nos movemos, por poco que sea, no caerá el sistema, pero el temblor se sentirá en todo el mundo. Aunque todos los que se queden en casa, acurrucados o abstraídos en sus realidades virtuales, contribuirán igualmente a amortiguarlo. En estas situaciones no hay neutralidad posible. La neutralidad está con el sistema y, por ende, con los recortes, con los despidos, con los deshaucios, contra el futuro…
El 20 de noviembre es otra fecha clave, ésta únicamente para España. Se van a celebrar las elecciones generales al parlamento de los diputados y, en este caso, no hay otra posición estratégicamente eficaz que votar, y votar a un partido de izquierdas, preferentementemente al PSOE (ahora me explico) o a algún otro partido, como Izquierda Unida, que tenga posibilidades de obtener representación parlamentaria. ¿Por qué votar al PSOE si el PSOE ha actuado como lacayo de los mandarines del sistema capitalista? Porque si el PSOE ha actuado como lacayo, el PP, al que todas las encuestas dan como claro ganador de las elecciones, probablemente con mayoría absoluta, actuará como leal administrador de los intereses de estos mismos mandarines, intereses que, con harta frecuencia, son sus propios intereses. Al PP no le dolerán prendas para seguir expoliando a la inmensa mayoría de ciudadanos para resarcir a bancos y especuladores de sus desaprensivas y desgraciadas aventuras. Todo el mundo ha visto “Españistán”, tomemos nota. Lo del PSOE, en geneal, es como si los perros guardianes del rebaño se hubieran vuelto locos, o, mejor, se hubieran visto impelidios por una fuerza irrefrenable a atacar a la ovejas, pero no por eso vamos a dejarlas al cuidado de los lobos!
Hay que evitar por todos los medios que el PP gane, o por lo menos que obtenga la mayoría absoluta, de modo que se vea obligado a pactar, a moderar sus ínfulas. Y los medios en este caso se llaman papeleta. Tan irresponsable es quedarse en casa el 15 de octubre como no votar el 20 de noviembre o votar en blanco, o nulo o a algún partido o formación que se sabe que va a ser extraparlamentaria. Porque todos esos votos blancos, nulos… o que se quedan en casa son votos para el PP, son escaños, capacidad de decisión para la derecha pura y dura.
Después del 20 de noviembre, puesto que no vamos a hacer ninguna revolución cruenta, necesitaremos la intermediación de los políticos. Por mucho que nos hayan decepcionado, y ciertamente lo han hecho a conciencia, no es lo mismo presionar sobre la sensibilidad de un gobierno del PSOE que sobre la sensibilidad (¿?) de un gobierno del PP. Después de las elecciones tampoco vendrán en ningún caso días de vino y rosas, deberemos seguir luchando con nuevas estrategias, pero nuestra capacidad de influencia en todo caso será muy reducida frente a los mercados y mayor, en cambio,  frente a los políticos. Y, en este sentido, no es lo mismo trabajar con la mala conciencia de los unos que con la indisimulada y verificable insensibilidad de los otros. Por pura estrategia.