La famosa jornada de reflexión la tendrían que poner el día después de las elecciones para analizar los resultados y definir nuestras actitudes personales y colectivas para los próximos cuatro años.
Yo lo estuve haciendo ayer y mi conclusión es que la composición resultante del congreso de los diputados refleja el más positivo de todos los resultados posibles. Remarco inmediatamente lo de posibles. Obviamente una ley electoral injusta agranda la mayoría del PP y empequeñece los resultados de grupos como IU, pero, de momento, es la ley que hay. Por otra parte, el contexto económico y la forma en que se ha gestionada hacía inevitable un severo correctivo electoral al PSOE. Pensar que ese correctivo se iba a traducir en mayoría de la izquierda real y plural era simplemente ilusorio. La victoria del PP estaba asegurada, es el modelo de alternancia ante la crisis que se ha dado en todos los países de la zona euro y esa especie de arraigada creencia popular de que los ricos saben gestionar mejor la economía. La única duda en ese sentido es si alcanzarían o no la mayoría absoluta.
Y la han alcanzado, pero no tanto por méritos propios (han tenido 441.702 votos más que en las últimas elecciones, que no es mucho), sino por la debacle del PSOE y la abstención. Ahora van a aplicar con mano dura la política de recortes y privatizaciones que les dicten los mercados, pero, puestos en esa tesitura, mejor que la aplique la derecha que un partido supuestamente de izquierdas travestido de neoliberalismo. Las medidas nos las van a imponer sí o sí y mejor también que lo tenga que hacer el PP con mayoría absoluta, sin poder ocultarse detrás de nadie, a ver si a alguien de tanta gente ciega como parece haber en este país se le abren los ojos.
El PSOE ha sido arrojado a su pozo más profundo por haber asumido como propias unas políticas que debía haber rechazado frontalmente y por sus otros muchos errores. Pero no se ha dado un trasvase de votos del PSOE al PP, o ha sido mínimo. Los votos que ha perdido el PSOE se han distribuido, a pesar de la ley electoral, entre formaciones minoritarias principalmente de izquierdas y nacionalistas. No olvidemos que la fuerza que porcentualmente más ha crecido no es el PP sino IU.
Así las cosas, el PSOE debe decidir si quiere refundarse como un partido de izquierdas. Aunque sea moderado, socialdemócrata, o quiere seguir jugando a aprendiz de brujo, haciendo pactos de estado con el PP, con lo cual se arriesga a asociarse a una mala empresa y a descubrir que su suelo electoral puede seguir bajando.
IU, el partido que votamos mayoritariamente desde posiciones alternativas, ha sacado un resultado excelente, dentro de los escenarios posibles, insisto. Ahora debemos esperar, y exigir, que se convierta en nuestra voz en el congreso, es decir que cumpla a rajatabla su programa, de manera que todo el mundo pueda escuchar que la realidad que pintará el gobierno es tan sólo una visión de la realidad, y por cierto muy interesada. Y que las medidas que propondrá el gobierno para salir de la crisis no son ni mucho menos las únicas medidas posibles. Y esa voz, esas alternativas, desde el congreso deben llegar a la ciudadanía a través de los medios. Uno de los objetivos prioritarios que debe fijarse IU es no quedarse tan sólo en el congreso sino actuar con habilidad para que su voz y sus propuestas se oigan alto y claro en todo el país.
De alguna forma se acabó también, por el momento, con el bipartidismo. Alguien ha dicho que para caer en el monopartidismo, pero no es así, tenemos el parlamento más complejo desde los principios de la democracia y el PP va a tener que sufrir un desgaste lo suficientemente duro como para poder asegurar que en las próximas elecciones perderá apoyo popular, no se cuánto ni si será suficiente, pero las medidas impopulares se pagan caro. Ellos lo saben y no podrán evitarlas.
Ese nuevo parlamento más plural conlleva buenas noticias, como el crecimiento exponencial de IU y la aparición o consolidación de grupos nacionalistas de izquierda como Amaiur, ERC. BNG, Compromís… que esperemos que atiendan a su sustantividad izquierdista antes que a su adjetivación nacionalista, que por otra parte no pido en absoluto que olviden. También, a causa de la ley electoral, se ha premiado exageradamente a las derechas nacionalistas, especialmente en Cataluña, donde, CiU, con un 4,18% del total de los votos obtiene 16 escaños, mientras IU, con un 6,93%, obtiene sólo 11.
¿Qué harán los partidos de la derecha nacionalista como CiU y el PNV? El PP no les necesita y si los partidos nacionalistas de izquierda no pierden el norte no van a poder formar un lobby nacionalista de suficiente entidad, ya que, excepto en la reivindicación nacionalista, coinciden con el PP. En Cataluña ya lo estamos comprobando hace tiempo. Y la ambigua y extraviada UPD ¿Qué hará? Coincide con el PP en el antinacionalismo, pero en nada más. ¿A qué ascua se arrimará?
Creo que la palabra que mejor define la composición resultante del congreso es catártica. Muchos partidos, si no todos, van a tener que enfrentarse a una especie de ser o no ser. Van a tener que repensarse y ajustar muy bien sus estrategias sino quieren hundirse en la miseria.
Nosotras y nosotros, por supuesto, no nos quedaremos en una actitud contemplativa. Desde ayer la acción continua y habrá que disponerse a ser fuertes y a actuar con unidad y con imaginación. De esto hablamos en una próxima entrada. De momento dejo aquí este mensaje para las fuerzas parlamentarias: “hagan juego sus señorías”.