El independentismo ha crecido mucho en Cataluña y de hecho se configura como el único proceso que tiene capacidad para cambiar la realidad socioeconómica que sufrimos o malvivimos, y que algunos disfrutan a nuestra costa. Yo creo, y así lo he sostenido repetidamente, que, además, abre un camino hacia el cambio para otras sociedades sometidas a la dictadura del capitalismo financiero, y, en primer lugar, a la sociedad española.
Tener por delante un camino que, frente al estancamiento actual, a la asfixia social que vivimos y que amenaza generaciones, puede constituir una vía alternativa para alcanzar un mundo mejor es, cuanto menos, motivo de ilusión, por eso, no diré que me sorprende, pero sí que me preocupa, que, si nos atenemos a los resultados de las últimas elecciones autonómicas, más de un tercio de los catalanes se muestren reacios o abiertamente contrarios a iniciar esta aventura. Será que yo tengo mucho espíritu aventurero, pero, si me hubieran arrojando en un pozo negro y me hallara con la mierda hasta el cuello, y subiendo, me agarraría con todas mis fuerzas al primer cable que me echaran. Sin embargo, parece que aún hay demasiada gente que prefiere que nos hundamos todos juntos en lugar de escapar y salir corriendo a buscar ayuda. Si es Islandia está bien, pero si es Cataluña no.
¿Por qué hay quien se opone a la independencia de Cataluña? Un pequeño grupo, sin duda, por odio y resentimiento, pero ese pequeño grupo vamos a dejarlo al margen, con el odio y el resentimiento no se construye nada, ni en Cataluña, ni en España ni en parte alguna, pero pienso que, afortunadamente, no es significativo.
Las razones de mayor peso, y perfectamente comprensibles, son las de quienes se sienten españoles, únicamente o antes que nada españoles, un sentimiento perfectamente respetable; las de los que creen que por la vía de la independencia no llegaremos a ninguna parte, una opinión también perfectamente respetable; y la de los que temen que una Cataluña independiente no sea solidaria con España y esto agrave las condiciones de vida del pueblo español, temor tan respetable como las actitudes anteriores.
A quienes se sienten únicamente españoles, o españoles y catalanes, les diré que no por eso tienen que dejar de apoyar la independencia de Cataluña. En primer lugar, porque no tienen que renunciar a nada, ni a su lengua, ni a su cultura, ni a su nacionalidad… todo seguirá como hasta ahora. A nadie se le ha pasado por la cabeza que nos dejemos perder la lengua y la cultura catalana, que es una riqueza irrenunciable para Cataluña, ni que dejen de llegar a Cataluña las televisiones, la prensa o internet en castellano. Vamos a estar cmpletamente dentro de la esfera del mundo español y latinoamericano, tanto en lo comercial, como en lo cultural y en lo afectivo. Nadie va a tener que dejar de usar su lengua y, como siempre, nos entenderemos en catalán y castellano, igual que ahora, sin problemas, y las nuevas generaciones no sólo eso sino que podrán moverse por el mundo en inglés, con la misma eficacia que ahora lo pueden hacer en nuestras lenguas. La independencia que se quiere de España es una independencia política y exclusivamente política. Con ella, Cataluña podrá funcionar mejor, volver a ser una sociedad próspera y, por tanto, además, como otras veces, un motor que ayude a España a salir del pozo, cosa que ahora, con los gobiernos de España empeñados en unas leyes erráticas y al servicio exclusivo de los potentados y los poderosos, es imposible. Ningún español será extranjero en una Cataluña independiente (la doble nacionalidad se usa con normalidad en diversas partes del mundo), ni ningún catalán tendrá que abandonar España, sus lazos y sus afectos, por el hecho de formar parte de una Cataluña independiente. En la práctica tan sólo se notará en que dejaremos de depender del gobierno de Madrid para tomar nuestras decisiones.
Quienes piensen que por la vía de la independencia no llegaremos a nada que recuerden, o pregunten a sus mayores, como Cataluña se convirtió en una tierra de prosperidad y modernidad contra viento y marea, aun en cirscunstancias tan difíciles como el franquismo. Por eso los catalanes tenemos procedencias tan diversas, porque aquí encontramos muchos el trabajo y el futuro que no se daba en otras partes de España. Cataluña ha seguido tirando de España muchos años, siglos en realidad. Pero una cosa es tirar de España y otra tirar de los bancos, de los evasores fiscales, de unas instituciones pesadas y caducas que se llevan todo el dinero de los trabajadores…, de Bankia, de Díaz Ferrán, del Senado… Hay que soltar ese lastre para poder progresar, para poder recuperar el trabajo, la vivienda, el bienestar social. Todo esto, ciertamente, podría seguir en peligro si en Cataluña gobierna la derecha, CiU o el PP, que son los partidos de los ricos, pero Cataluña ha demostrado una y otra vez, en las elecciones generales, que era un país progresista, y un país progresista hace leyes progresistas y hace que, si hay que conseguir más ingresos o reducir el gasto, esto salga de los que más tienen y no del pueblo. En las elecciones autonómicas ha ganado durante muchos años CiU, eso es cierto, pero porque se aprovechaban precisamente de la dependencia de Madrid y se presentaban como el único partido que iba a defender nuestros intereses, pero, en una Cataluña independiente, CiU ya no puede jugar esa carta y el pueblo catalán sabe muy bien que sólo con una política de progreso y justicia social recuperará el bienestar. En las últimas elecciones ya se ha intuido esa deriva.
Por otra parte, una Cataluña próspera y socialmente justa no puede ser ignorada ni por España ni por Europa, representa una de las regiones más productivas de Europa -ahora ahogada por el gobierno español-, tierra de paso y con una balanza de intercambios económicos con España y con Europa que nadie, se diga ahora lo que se diga, podrá soslayar en su momento. Una Cataluña independiente está condenada a entenderse con España y viceversa y formará parte -si quiere-, de la Unión Europea, porque cae por su propio peso y nadie puede sostener seriamente lo contrario.
¿Será solidaria una Cataluña independiente con España? Alguien decía uno de estos días que más que de solidaridad habría que hablar de justicia. Cataluña es actualmente muy injustamente tratada por el gobierno español, y en muchos frentes. Todos los catalanes y las catalanas lo sabemos, nos llamemos como nos llamemos y vengamos de donde vengamos. Actualmente Cataluña es solidaria -por la fuerza- con los recortes y los ajustes del mal gobierno español, con los ricos, con los bancos y con las instituciones, pero no con el pueblo, porque quien redistribuye es el gobierno español y al pueblo sólo le da paro y nuevas cargas que soportar. No queremos eso. Una Cataluña independiente, por una parte, puede ser el mejor socio comercial de España, ser de nuevo esa locomotora que mencionábamos hace un momento, puede facilitar que se reproduzca la ayuda directa entre familiares, com se ha hecho en otros momentos. Però, además y sobre todo, si somos capaces de poner a un gobierno progresista al frente de la nueva Cataluña independiente, tendremos de nuevo una sociedad justa y próspera y ésta es la mayor contribución que podemos hacer al bienestar de España, y de otros pueblos, demostrar que la justicia y la prosperidad son posibles, que la crisis no es una catástrofe ni un castigo divino, sino una estafa de los ricos y que se puede revertir. La sociedad española es lo suficientemente inteligente y audaz para aprovechar este ejemplo y apoyarse en él, como se hizo en su día con el Portugal de los claveles. Con una Cataluña justa y próspera, la macroestafa de la crisis tiene los días contados, porque Cataluña no es un rinconcito del mundo como Islandia, sino una importante región europea de siete millones y medio de habitantes, y todo el mundo sabe sumar dos y dos.
Que todo esto se produzca depende tanto de usted, de tí, como de mí, catalanes los dos. La independencia es buena para Cataluña, para España y para los pueblos en general, pero la indepencia es cosa de todos. Sin usted, sin tí, no haremos nada.
Ahora tenemos la ocasión de comprobarlo. En la Generalitat va a gobernar CiU, sí, pero con el apoyo, imprescindible, y por tanto radicalmente condicionada, de ERC, un partido nítidamente de izquierdas. Y, a pesar de todo, lo vamos a pasar aún peor: más recortes, nuevos impuestos, más privatizaciones… ¿Por qué? ¿Por qué lo ha impuesto CiU? No, no puede. ERC le puso como condición para apoyarles, entre otras cosas, que crearan un impuesto para los bancos ¡Qué menos! CiU aceptó, pero, a los dos días, el gobierno español, Cristóbal Montoro concretamente, se sacó de la manga un impuesto estatal a los bancos “del 0%”, o sea, literalmente, un impuesta al 0% para que los bancos no tuvieran que pagar nada y para evitar que las autonomías pudieran poner los suyos.
Esto no hubiera pasado en una Cataluña independiente. Todo lo que vamos a sufrir no pasaría en una Cataluña independiente. En nuestras manos está cambiarlo, las mías ya están, pero sin las suyas, sin las tuyas, no somos nada, y nuestros pueblos lo van a pasar muy mal.