Hay dos cosas que me atraen especialmente de su opción: su predisposición a que el proceso hacia la consulta al pueblo catalán sobre la independencia se plantee sin tardanza, de modo que las elecciones no se conviertan en cuatro años de respiro para CiU sin que el pueblo catalán se pronuncie sobre el tema; y la claridad de sus objetivos sociales sin que esto la lleve a hacer proclamas utópicas para pasado mañana. Precisamente porque su agenda en este sentido es creíble, su política puede ser eficaz. No es más de izquierdas quien lanza proclamas más incendiarias sino quien avanza -o presiona desde la oposición- para que se adopten medidas posibles en cada momento en una línea de radicalidad política contextual y no de fuegos fatuos.
Ayer, 14 N, tuvimos ocasión de mesurar en la calle la creciente necesidad de que se tomen medidas, pero medidas realistas, aplicables ya, antes de que la inanición se apodere de todas y todos y la revolución mundial de las clases populares sea un sueño cada vez más lejano. Hoy, 15 N, escuchando al gobierno y a sus voceros, constatamos que, por la vía de la huelga y las manifestaciones, no vamos a cambiar nada.
Mi opción por Esquerra Republicana es una apuesta, desde luego, de la que espero no arrepentirme, pero en todo caso la hago sin ningún tipo de reserva mental. No me he adscrito al partido porque soy un pésimo militante, pero, para dar forma a mi compromiso, me he adherido a la plataforma ciudadana Catalunya Sí, liderada por Alfred Bosch y alguno de cuyos miembros se presenta en las listas de ERC.
Iniciamos un proceso histórico, un proceso que será más o menos largo según quién pilote las diversas naves que van a recorrerlo. Y yo he decidido que la nave que mejor representa mis intereses y mis urgencias y tiene capacidad real de influir en el proceso es Esquerra Republicana de Catalunya -ésta Esquerra Republicana de Catalunya-.
Porque además, este proceso, queramos o no, se va a desarrollar en un contexto bélico -metafóricamente pero con toda la dureza que implica el término-. Por un parte respecto al Estado español, sus gobernantes, instituciones y poderes fácticos, que harán todo lo posible y más para que nuestra travesía no llegue a buen puerto. Será, muy a pesar nuestro y ojalá me equivocara, un adversario común frente al que deberán actuar con unidad y decisión todas las fuerzas soberanistas. Por otra parte, se plantea un escenario bélico interno entre la derecha y la izquierda, por decirlo en términos convencionales. La derecha, como siempre, unida, la izquierda, también como siempre, fragmentada.
El gran partido hegemónico de la derecha y más que pobable ganador de las elecciones es CiU, representante de la burguesía y las grandes fortunas catalanas, procedan de donde procedan y que, en estas elecciones, aún conseguirá rentabilizar electoralmente la gran ficción interclasista. Muchos electores que no tienen nada que ver con sus intereses les votarán -aún- por motivos patrióticos. Sin embargo, esto se le puede estar acabando a CiU, y su Némesis, puede ser curiosamente el Partido Popular. ¿Cómo va a pactar CiU medidas económicas y sociales de clase -que no de país-, con el Partido Popular? La ficción según la cual los pactos puntuales o no con el Partido Popular se hacían por el bien del país se le acaba a CiU puesto que el Partido Popular y CiU habrán estado en las antípodas en el debate soberanista y nadie entendería después que, en el camino hacia la independencia, CiU se parara a hacer alianzas con el Partido Popular para continuar con las medidas neoliberales en contra de las clases populares y medias. Unió Democràtica pienso que va a sufrir especialmente.
La izquierda, ya lo he dicho, se presenta dividida. Además de ERC, concurren a las elecciones con posiciones de izquierda y soberanistas, SI, las CUP y -matizadamente- ICV-EuiA. Entiendo la concurrencia de las CUP, que tienen toda mi simpatía pero no tendrán mi voto. Si había un mal momento para presentarse era éste, no sólo por lo que representa de división del voto independentista de izquierda, sino por la propia inexperiencia política, en un parlamento estatal o autonómico, de las Candidatures d’Unitat Popular. La experiencia hay que ganarla en algún momento, lo comprendo, pero en esta coyuntura histórica, con una presencia -si llegan a entrar- meramente marginal, no me parece lo más oportuno. Aunque, si entran, les desearé suerte y acierto.
Entiendo y comparto menos lo de SI. No hay una diferencia programática tan sustantiva con ERC para no acudir juntos. Si acaso, SI deja menos clara su vocación social, parece que sólo cuente la independencia. En esa tesitura sólo se puede especular que SI tal vez se presente para asegurarse algún escaño, cosa que diría bien poco en su favor y respecto a su sentido de país, en un momento en que debemos sumar y no restar votos para la izquierda independentista.
A ICV-EuiA no les voy a discutir su izquierdismo, pero su discurso independentista me parece tibio y, por ende, ambiguo (quizás forzado por la composición de su electorado). Pienso que la coalición tiene un problema de identidad que debe resolver, demasiadas cosas juntas. Esto le da un cierto rédito, pero también le determina un techo muy limitado. Tal vez piensen rascar votos del PSC y quizás alguno caiga, pero me temo que los votos que van a desertar del PSC se van a dirigir a opciones independentistas más claras.
Del PSC mejor no hablo. Veremos si se hunden definitivamente o si son capaces de recrear un nuevo espacio político, por supuesto sobre otras bases y con otros nombres, dentro del futuro de la política catalana.
El resto de partidos con opciones de obtener representación encarnan los intereses de la derecha y del españolismo puro y duro. Recogeran el voto del resentimiento, el malestar y el anticatalanismo. Espero, por el bien de todos, que sea muy escaso.
El único problema de aritmética electoral sobre el que me interesa llamar la atención en este blog (que no creo que sea muy frecuentado por votantes de CiU, del PP o de Ciutadans) es el de la dispersión de los votos de la izquierda independentista en unos momentos en que necesitaríamos la mayor fuerza y unidad posible para hacer frente al Estado español, a la política neoliberal de CiU, y para transmitir un mensaje inequívoco a Europa y al mundo respecto a nuestra voluntad. No se trata de si las CUP o SI sacarán algún parlamentario o no. Se trata de los que en todo caso se pierden.
Tenemos una nefasta ley electoral que castiga a las fuerzas pequeñas y favorece a las grandes, trasvasándoles además los votos, la energía, de las primeras, si no salen. Frente a esta situación, combinando varias encuestas, entre ellas las del CEO y el CIS, resulta que, aun con los mejores resultados de SI y-o las CUP, sumándolos a los de ERC, podríamos obtener un frente independentista de izquierdas, de, como mucho, 17 o 18 escaños entre todos, equiparable al PP, repito: entre todos. En cambio, si los votos independentistas de izquierda fueran todos a Esquerra Republicana, este partido obtendría fácilmente 22 o 23 escaños -con los mismos votos pero concentrados en una sola opción-, con lo cual se convertiría claramente en la segunda fuerza política y con una importante capacidad de control sobre CiU, especialmente si esta no obtenía la mayoría absoluta y teniendo en cuenta las divisiones internas de la coalición, y las posibilidades, en cambio, de trabajar conjuntamente, después de las elecciones, con Iniciativa per Catalunya, lo que nos llevaría -por lo menos en determinados aspectos- a los 34 o 35 escaños.
La ley electoral no está bien, el voto útil está muy desprestigiado, pero jamás hemos vivido una situación histórica como ésta y no la podemos dejar escapar, tenemos que dar un mensaje claro a la derecha, al Estado español, a Europa y al mundo. Y, además, ayer se vió con toda claridad en la manifestación de Barcelona, no podemos dejar las manos libres a CiU para que siga acabando con nosotros a base de ajustes y recortes. No podemos permitir que se pierda un solo voto para que vaya a parar a la cuenta de nuestros verdugos.
Mi voto no será un voto útil sino de convencimiento, pero, aunque no fuera así, pienso que en la guerra como en la guerra y que debemos estar todos en una misma trinchera -y, como tal, no hay otra que la de ERC- para luchar con uñas y dientes por la independencia y la justicia social y conseguirlas más pronto que tarde. Podemos hacerlo. De nosotras y de nosotros depende. Todos somos mayores, conocemos la fuerza del enemigo y sabemos contar…
Programa electoral completo de ERC:
http://www.esquerra.cat/documents/c2012_programa-2.pdf