divendres, 30 de desembre del 2011

Deseos razonables para el año que comienza

Deseo que los mercados den un descanso a esta sociedad exangüe, o mejor que revienten ahítos como sanguijuelas, y la riqueza vuelva a fluir mientras digieren sus pingües beneficios,  para que por lo menos podamos trabajar y pagar nuestras hipotecas.
Deseo que se derogue el dogma de que la deuda se paga sin producir nada, sometiendo a la economía a la más severa anorexia, y deseo que los bancos, aliviados como si se hubieran metido un chute de diazepán, vuelvan a abrir el grifo del préstamo, sobre todo a las pymes y los autónomos para que puedan reemprender su actividad antes de que desaparezcan definitivamente todas y se pegue un tiro el último de sus empleados.
Deseo que los políticos de la derecha se ahoguen en sus propios vómitos de mentiras, obscurantismos y  persecuciones de la igualdad social y de los derechos individuales. Que sufran en sus carnes los maltratos a las mujeres que ahora quieren diluir, su propia desprotección, y el trato discriminatorio que aplican a gays y lesbianas; que un día se miren al espejo y descubran con terror un imparable impulso interior que les está convertiendo en bolleras y maricones; que necesiten atención a la dependencia y no la puedan conseguir ni pagando porque nadie se la quiera dar; que, tan católicos como son, no usen de sus privilegios y hagan colas como todo el mundo en las puertas de los hospitales, y a pesar de todo vayan al infierno.
Deseo que los políticos de la izquierda, y los sindicalistas, decidan de una puñetera vez qué quieren ser cuando crezcan, que dejen de mirarse sus insípidos ombligos y se organicen todos, sin partidos ni facciones, desde el último mono de un ayuntamiento perdido hasta el mayor de los monos del parlamento, para luchar, a brazo partido y sin reservas mentales de ningún tipo, por la justicia social, por el estado del bienestar, por los derechos y las libertades colectivas e individuales, por  los sectores más débiles, amenazados y desfavorecidos de nuestra sociedad. A nuestro lado.
Deseo que cada vez haya más gente que abra los ojos y vea la realidad del redil en que nos han confinado, y que se atreva a dar un paso adelante y grite que no queremos ese sistema que nos va cazando como conejos, que nos ahoga como peces fuera del agua y nos recluye, junto con nuestro propio miedo, en los vagones y los mataderos de nuestra vida cotidiana. Una palabra, un gesto... todo suma y todo empieza por ahí, y por eso debemos celebrarlo cada vez que alguien lo hace, la dice, porque con ello estamos avanzando.
Y deseo que, en cualquier caso,  todas las personas que, desde antes o después del 15 M, decidimos alzar nuestras voces, tomar pacíficamente las calles, luchar en defensa propia y comprometernos a no cejar hasta conseguir un mundo mejor, sigamos ahí pase lo que pase, día a día, cada cual con sus armas, con su compromiso, con todas nuestras diferencias, pero con un ideal común de libertad y justicia que nos une por encima de todo. Que no desfallezcamos, que no nos durmamos ni nos impacientemos, que pensemos que todos los caminos son útiles y que la inteligencia y la constancia son nuestras fuerzas más poderosas.
Yo estaré ahí si es preciso hasta el fin de los tiempos y te respetaré y lucharé a tu lado, y si todas y todos hacemos lo mismo, avanzaremos, paso a paso , porque el sólo hecho de saber que existes y piensas, como yo, que hay que cambiar el mundo, hace que, de hecho, éste ya sea un poco mejor.