dimecres, 29 de juliol del 2015

DESFACIENDO ENTUERTOS: ESPAÑA Y EL ESTADO ESPAÑOL

A ver si nos aclaramos de una vez y llamamos a las cosas por su nombre: Nadie quiere separarse de España. Por lo menos no yo, ni la inmensa mayoría de los independentistas. Queremos separanos del Estado Español, que es muy distinto.

El Estado no es la Sociedad. En las sociedades llamadas “democráticas”, la Sociedad vota una vez cada cuatro años quiénes serán los mandarines de turno y se acabó. El Estado, desde su origen, es como una nave espacial que navega por encima de la Sociedad, con los focos y los radares bien dispuestos para escudriñarlo todo.

Y los mandarines que elegimos cada cuatro años son una pequeña parte del Estado. El Estado esta formado por secretarios, subsecretarios, directores y subdirectores generals, jefes de negociado, jueces y magistrados, inspectores, cargos vitalicios... administrativos y conserjes. Una maquinaria increïble que engulle en pocos meses a aquellos mandarines aún vírgenes que elegimos con la ilusión de que cambien las coses.

El Estado Español es además un Estado viejo, corrupto, viciado, pesado y sin capacidad de maniobra, lastrado por los miles de negociados y todo tipo de rutinas arraigadas hasta la médula del último burócrata, del último protocolo. Un Estado de raíz colonial, fosilizado por las sucesivas dictaduras y oligarquias y que vive más en el siglo XIX que en el nuestro.

De esto es de lo que nos queremos separar. Ustedes lo entenderán. Un mastodonte de esas características no hay fuerza humana que lo cambie y va a seguir chupando de la Sociedad para mantenerse ahí arriba y amenazando con desplomarse sobre nuestras cabezas, como ha hecho con la crisis.

Todo aquella persona que vive en Cataluña sabe que es una Sociedad dinámica y avanzada, que si nos dejan podemos llegar muy lejos, y que somos lo bastante críticos (la fuerza de la costumbre) para no permitir por las buenas que ningún espabilado medre a costa de los demás. Para eso necesitamos un Estado propio, independiente, pequeño, ágil, con contenidos y formas del siglo XXI, sujeto permanentemente a la voluntat del pueblo y al servicio de todos, y más transparente que el agua clara. No nos va a costar mucho hacerlo.

Que no les engañen: no se trata de separarse de España sino de su Administración, del Estado Español. Con la Sociedad española, yo, por lo menos, y la inmensa mayoría de los catalanes, vamos a seguir manteniendo la misma relación que hasta ahora. Yo soy de aquí, pero tengo muchos amigos en España, que voy a mantener, soy un enamorado de Galicia, de Sevilla, de Lanzarote, del Pirineo Aragonés... y consumo con regularidad vino cosechero de La Rioja, queso manchego y bonito del Norte. Son ejemplos. Y si fuera extremeño, seguramente en verano me iría al pueblo.


Queremos, y deberíamos querer todos, soltar lastre y escaparnos de ese Estado faraónico que se apropia del nombre de España, pero no queremos separarnos de España, de sus gentes, de sus lugares y de sus cosas. Queremos, y deberíamos querer todos, construir un futuro de solidaridad y progreso para todos los catalanes, vengan de dónde vengan y vayan a dónde vayan, y si con eso contribuimos a minar al Estado Español y a conseguir que un día los pueblos de España sigan el camino de la República Independiente de Cataluña, les recibiremos como hermanos, no lo duden y haremos las fiestas más grandes que recuerdan los siglos.

Llorenç Prats