dilluns, 29 de setembre del 2014

El independendentismo catalán contra el capitalismo psicópata

Las cosas claras. Nuestro gran problema, el de todo el mundo, es que vivimos completamente sometidos a un capitalismo psicópata, psicópata y depredador, desde la Patagonia hasta los confines de Groenlandia.
¿Acaso el capitalismo no ha sido siempre psicópata y depredador? Sí, seguramente sí, pero nunca a una escala global, como ahora, ni tan acusada y descaradamente. Y, además, aunque esto no nos deje en muy buen lugar, nunca había clavado sus garras con tanta intensidad en la sociedad occidental y sus clases medias. Los que sufrían eran otros.
Ahora no, ahora estamos en la parte de abajo de la cadena trófica, hemos pasado a formar parte del colectivo de las víctimas. El capitalismo desatado ha divido el mundo en dos grupos de persones. Uno es de los ricos, potentados, poderosos, que lo tienen todo y cada vez van acumulando más y más riqueza y poder en sus manos sin hacer nada, simplemente dejando que su dinero deambule por los mercados y vaya aumentando su fortuna y su influencia. Por mucho que se oculten detrás de bancos, fondos de inversión y otros camuflajes, son persones de carne y hueso, como nosotros: mil personas, con nombre y apellidos, tal vez cien mil, diez millones... qué más da, una ínfima minoria de la población mundial.
El otro grupo lo formamos el resto de la humanidad, desde los que viven relativamente acomodados y piensan que a ellos esto no les afecta, hasta la gente que muere de hambre en África o a tiros en Oriente Medio. Tenemos en común que, para los psicòpatas capitalistas, todo lo que tenemos, todo lo que hacemos, todo lo que somos, nosotros mismos... son mercancías. Especulan con nuestras viviendas, con nuestros salarios y nuestro trabajo, con nuestras pequeñas empreses, con los alimentps, con la educación, la salud, con la guerra y con nuestros órganos y nuestra sangre. Y sin remordimientos, son psicòpatas, no tienen ninguna empatía, no sienten nada. Y nunca les basta con lo que tienen, son depredadores, les mueve el olor de la presa.
Ésta y ninguna otra es la gran cuestión que el mundo tiene planteada, que amenaza realmente nuestra supervivencia y la del planeta.
Y, ante eso, ¿Qué hacemos? ¿Qué podemos hacer que sea realmente efectivo? Sabemos que no podemos recurrir a ningún otro contrapoder: los políticos, los militares, las Iglesias están a su servicio, en algunos casos tal vez ni lo saben, pero están a su servicio, y, cuando actuan de manera contraria a sus intereses, si su actuitud les puede suponer la más mínima amenaza, los eliminan, como si aplastaran un mosquito.
Por tanto, políticamente no podemos actuar, no tenemos ninguna esperanza de avanzar. Cuando un movimiento social o político alternativo prospera, se lo miran con la curiosidad y el desdén de un felino. Si ven que se trata de un arrebato que no llegará a ningún sitio, o que ya se encargarán de de él los propios políticos, ni se dignan mover una uña. Si, en cambio, piensan que puede comportar algún peligro, encargan a sus sicarios –políticos, mediáticos, etc..- que lo hagan desaparecer, y si puede ser en estado larvario, mejor. Movimientos que parecen la gran cosa, si se examinan y uno se pregunta por qué  han aparecido, de dónde han salido y por qué se les deja prosperar, observa que, en el fondo, servirán para debilitar las fuerzas políticas más incómodas para el capital y para favorecer a las más pròximes y serviles. La caridad, las ong’s, los movimientos reivindicativos... todo les es útil o indiferente. Sino, desaparece.
Entonces ¿Qué? ¿Cómo actuar? Lo ideal sería actuar como ellos y borrarlos de la faz de la tierra, aunque sea metafóricamente: arruinarlos. Somos, com mínimo, mil veces más que ellos, o más aún. Por tanto, si nos pudiéramos poner de acuerdo, no debería constituir ningún problema. Pero eso, la vieja aspiración del internacionalismo, saben que no es factible y la pueden combatir fácilmente: divide y vencerás. También podríamos utilitzar sus mismas armas de psicòpatas y depredadores contra ellos, pero no existe, ni parece imaginable que exista alguna vez, algún tipo de organización de “justicieros sin fronteras”.
Nos queda, sin embargo, una estratègia ganadora: hacernos pequeños, insignificantes a sus ojos. En la misma Europa hay comunidades con sus propias normas, que viven al margen del sistema, y nadie hace caso de ellas, porque tampoco pretenden crecer ni reproducirse. En el mundo hay países pequeños, con sus propias leyes y organización interna, y nadie les presta atención, por la misma razón. Ya hace tiempo que diversos autores nos han recordado que “lo pequeño es hermoso”, nos han recomendado “piensa globalment y actua localmente” y conocemos muy bien las estrategias de la glocalización.
Obviamente -lo dice el titulo-, estoy hablando de Cataluña y del independentismo. Debemos reflexionar sobre por qué el independentismo ha crecido en Cataluña de una forma exponencial en tan pocos años. ¿Acaso nos ha afectado una especie de pandemia identitaria? Evidentemente no. Hay independentistas nacionalistas, y no les faltan razones, porque, tal como han sido maltratadas la sociedad y la cultura catalanas por el Estado español -que no es España-, no quieren saber nada más de él. Pero la mayoría, además de estar hartos de ser tratados como un estropajo, con prepotència y menosprecio, lo que queremos es, sobre todo, crear un estado nuevo, lejos de un Estado y un estamento político que se encuentra entre los más fieles servidores de los amos del universo. Recuperar la dignidad, sí, però también recuperar el benestar y la justicia social, y poderlo transmitir a nuestros hijos y a nuestros nietos. Somos lo bastante pequeños, lo bastante insignificantes en el concierto de las naciones, como para que, si nos separamos del Estado español, mientras respetemos las reglas del juego básicas de la democràcia y de la economia de mercado -de verdad, no del capitalismo especulativo-, nadie se preocupe especialmente de cómo ordenamos nuestra casa.
Pero ¿Acaso en nuestra pròpia casa no tenemos ningún capitalista psicópata y depredador, ningún político corrupto y servil...? ¿Acaso las grandes fortunas no tienen aquí también algunos de sus intereses? Sí, capitalista psicópata debemos tener alguno, pero ya se buscará la vida en otro lugar. En cuanto a políticos corruptos, estamos al corriente, habrá que hacer limpieza. Y respecto a los intereses de las grandes fortunas, jugaremos con un principio que todos los depredadores respetan: el cálculo de costes y beneficios: “¿Para los intereses que tengo ahí vale la pena hacer mucho ruido?”. Los depredadores son sigilosos y no malgastan energías en perseguir a un ratón. Debemos ser como ratones.
¿Y todo esto lo conseguiremos así, de buenas a primeras? No, ¡qué va! Este proceso tiene dos fases: La primera conseguir la independencia, todos juntos, sin entrar en ningún tipo de discurso que no sea “queremos un estado independiente”. Porque, sin un estado independiente, no podemos hacer nada más, estamos condenados, sólo podemos ir a peor.
Y necesitamos ser muchos, muchísimos, una gran mayoría, por dos razonez principales: para que la comunidad internacional nos tenga que reconocer inequívocamente, y para hacernos el menor daño posible con España, recíprocamente. El gobierno español no quiere a España, porque esta separación se producirá -y si ellos quisieran se podria produir sin daño alguno-, basta con vivir en Cataluña para verlo: cada día somos más y más quienes vemos que, si nos gobernamos nosotros mismos, lo haremos mucho mejor. Son dos mundos y queremos estar en el mundo que encara el futuro con espíritu de progreso económico, social y cultural. Todos: los catalanes nacidos en Cataluña, los catalanes venidos de fuera y los catalanes hijos de los catalanes venidos de fuera... eso hace ya muchos años que lo tenemos superado, aunque se quiera engañar a la sociedad espanyola en este sentido: que vengan y lo vean.
Pero es que, además, no queremos romper con la gente de España, amigos, familiares, colegas, ni con sus tierras. Simplemente queremos un estado, ya somos lo bastante mayores. Por eso queremos ser muchos y diversos, para que esto también quede claro.
La segunda fase vendrá cuando ya tengamos un estado, antes es imposible. Habrá que votar un parlamento y sabremos muy bien quién es quién y qué defiende cada uno. No votaremos a ciegas ni por eslóganes. Y este parlamento tendrá que elaborar una Constitución, pero esta constitución la deberemos refrendar nosotros, el pueblo, y si no refleja el país que queremos, les diremos que no, y que hagan otra. Y con esto y las leyes subsiguientes construiremos un nuevo país, libre, próspero y socialment justo.
Estoy absolutamente seguro de ello, no por una cuestión de fe, sinó porque tengo garantías: la extraordinaria movilización de la sociedad civil catalana. Quien conduce este proceso somos nosotros y quien se ha manifestado en defensa de la sanidad, de la vivienda, de la educación y de todos los principios propios de los derechos humanos y del estado del bienestar somos nosotros. En la situación actual de conciencia de la sociedad catalana ¿Alguien cree que nos llevaran al huerto? ¡Que lo intenten!
Haremos un país nuevo para construir en él un mundo major, tan lejos como podamos de las garras de los psicópatas depredadores y de sus sicarios políticos. Estamos a dos passos de conseguirlo: un estado y unas nuevas regles de juego. Nos espera mucho trabajo y dolores de cabeza, pero vale la pena.
Y quién sabe si en algún otro lugar alguien nos mirarà y dirà: ¡buena idea...! La historia empieza cada día, y somo nosotros quienes la hacemos: tú, tú, tú, y yo, los primeros.


Llorenç Prats

L'independentisme català contra el capitalisme psicòpata

Les coses clares. El nostre gran problema, el de tothom, és que vivim completament sotmesos a un capitalisme psicòpata, psicòpata i depredador, des de la Patagònia fins als confins de Groenlàndia.
Que no ho ha estat sempre el capitalisme de psicòpata i depredador? Sí, segurament que sí, però mai a una escala global com ara i mai tan acusadament i descaradament, i, a més a més, encara que això no ens deixi massa bé, mai no havia clavat les seves urpes d’aquesta manera en la societat occidental i les seves classes mitjanes. Els que patien eren altres.
Ara no, ara som a la part de baix de la cadena tròfica, hem passat a formar part de les víctimes. El capitalisme desfermat ha dividit el món en dos grups de persones. Un és dels rics, potentats, poderosos, que ho tenen tot i que cada vegada van acumulant més i més riquesa i poder a les seves mans sense fer res, simplement deixant que els seus diners rodin pels mercats i vagin engreixant les seves fortunes i la seva influència. Por molt que s’amaguin darrere de bancs, fons d’inversió i altres camuflatges, són persones de carn i ossos, com nosaltres: mil persones, amb nom i cognom, potser cent mil, deu milions... tant se val, una ínfima minoria de la població mundial.
L’altre grup el formem la resta de la humanitat, des dels que viuen relativament acomodats i pensen que a ells això no els afecta, fins a la gent que mor de fam a l`Àfrica o a trets a l’Orient mitjà. Tenim en comú que, per als psicòpates capitalistes, tot el que tenim, tot el que fem, tot el que som, nosaltres mateixos, som mercaderies. Especulen amb els nostres habitatges, amb els nostres salaris i el nostre treball, amb les nostres petites empreses, amb els aliments, amb l’educació, la salut, amb la guerra i amb els nostres òrgans i la nostra sang. I sense remordiments, són psicòpates, no tenen cap empatia, no senten res. I mai no en tenen prou, són depredadors, els mou l’olor de la sang.
Aquesta i no cap més és la gran qüestió que el món té plantejada, que amenaça realment la nostra supervivència i la del planeta.
I davant d’això, què fem? Què podem fer que sigui realment efectiu? Sabem que no podem recórrer a cap altra contrapoder: els polítics, els militars, les esglésies estan al seu servei, en algun cas potser ni ho saben, però estan al seu servei, i quan actuen de manera contrària als seus interessos, si això els pot representar la més mínima amenaça, els exterminen com qui aixafa un mosquit.
Per tant, políticament no podem actuar, no tenim cap esperança de sortir-nos-en. Quan un moviment social o polític alternatiu prospera, se’l miren amb la curiositat i desdeny d’un felí. Si veuen que és una bafarada que no arribarà enlloc o que ja se n’encarregaran els mateixos polítics, no es molesten ni a moure una ungla, si veuen que pot comportar algun perill fan que els seus sicaris –polítics, mediàtics, etc.- el facin desaparèixer, i si pot ser en estat larvari, millor. Moviments que semblen el qui sap què, si s’examinen i et preguntes perquè han sortit i d’on han sortit i perquè se’ls deixa prosperar, veus que, en el fons, serviran per debilitar les forces polítiques més incòmodes per al capital i per afavorir les més pròximes i servils. La caritat, les ong’s, els moviments reivindicatius... tot els és útil o indiferent. Sinó, desapareix.
Llavors, què? Com actuar? L’ideal seria actuar com ells i esborrar-los de la terra, ni que sigui metafòricament: arruïnar-los. Som, com a mínim, mil vegades més, o més, per tant, si ens poguéssim posar d’acord, no hauria de ser cap problema, però això, la vella aspiració de l’internacionalisme, ells saben que no és possible i el poden combatre fàcilment: divideix i venceràs.  També podríem utilitzar les seves mateixes armes de psicòpates i depredadors en contra d’ells, però no existeix, ni sembla viable que existeixi cap mena d’organització de “justiciers sense fronteres”.
Ens resta, però, una altra estratègia guanyadora: fer-nos petits, insignificants als seus ulls. A Europa mateix, hi ha comunitats amb les seves pròpies normes que viuen al marge del sistema i ningú en fa cas, perquè tampoc no pretenen créixer ni reproduir-se. Al món hi ha països petits, amb les seves pròpies lleis i organització interna, i ningú no en fa cas, per la mateixa raó. Ja fa temps que diversos autors ens han recordat que “small is beautiful”, ens han recomanat “pensa globalment i actua localment” i coneixem molt bé les estratègies de la glocalització.
Òbviament -ja ho diu el títol-, estic parlant de Catalunya i de l’independentisme. Cal reflexionar sobre perquè l’independentisme ha crescut a Catalunya d’una manera exponencial en tants pocs anys. És que ens ha agafat una mena de pandèmia identitària. Evidentment no. Hi ha independentistes nacionalistes, i raó que tenen perquè, tal com ha estat maltractada la societat i la cultura catalanes per l’Estat espanyol -que no és Espanya-, no en volen sentir parlar més. Però la majoria, a més a més d’estar farts de ser tractats com un drap brut, amb prepotència i menyspreu, el que volem és sobretot crear un estat nou lluny d’un Estat i un estament polític que es troba entre els més fidels servidors dels amos de l’univers. Recuperar la dignitat, sí, però també recuperar el benestar i la justícia social, i poder-ho transmetre als nostres fills i als nostres néts. Som prou petits, prou insignificants en el concert de les nacions com perquè, si ens separem de l’Estat espanyol, mentre respectem les regles bàsiques de la democràcia i de l’economia de mercat -de debò, no del capitalisme especulatiu-, ningú es preocupi massa de com endrecem la casa.
Però és que potser a casa no tenim cap capitalista psicòpata i depredador, cap polític corrupte i servil... és que les grans fortunes no hi tenen interessos? Sí, de capitalista psicòpata en devem tenir algun, però ja es buscarà la vida per una altra banda. De polítics corruptes n’estem al corrent, però ja farem neteja. I, respecte als interessos de les grans fortunes, jugarem amb un principi que tots els depredadors respecten: el càlcul de costos i beneficis: “pels interessos que hi tinc val la pena fer massa enrenou?”. Els depredadors són sigil·losos i no malgasten energies per empaitar un ratolí. Hem de ser com ratolins.
I això ho aconseguirem així, de bones a primeres? No, què va! Aquest procés té dues fases: La primera assolir la independència, tots junts, sense entrar en cap mena de diferenciació que no sigui “volem un estat independent”. Perquè sense un estat independent no podem fer res, estem condemnats, només podem anar a pitjor.
I necessitem ser molts, moltíssims, una gran majoria per dues raons principals: perquè la comunitat internacional ho hagi de reconèixer inequívocament, i perquè ens fem el mínim mal possible amb Espanya. El govern espanyol no estima a Espanya, perquè aquesta separació es produirà -i si ells volguessin es faria sense perjudicar ningú- , només cal viure a Catalunya per veure-ho, cada dia som més i més que veiem que, si ens governem nosaltres sols, ho farem molt millor. Són dos móns i volem estar en el món que encara el futur amb esperit de progrés econòmic, social i cultural. Tots: els catalans nascuts a Catalunya, els catalans vinguts de fora, els catalans fills de catalans vinguts de fora... això ja fa molts anys que ho tenim superat, encara que es vulgui enganyar la societat espanyola: que vinguin i ho vegin.
Però és que, a més a més, no volem trencar amb la gent d’Espanya, amics, familiars, col·legues, ni amb les seves terres. Simplement volem un estat, ja som prou grans. Però això volem ser molts i molt variats, perquè també això quedi clar.
La segona fase vindrà quan ja tinguem un estat, abans és impossible. Caldrà votar un parlament, i sabrem molt bé qui és i què defensa cadascú. No votarem a cegues ni per eslògans. I aquest parlament haurà de fer una Constitució, però aquesta constitució l’haurem de refrendar nosaltres, i si no reflecteix el país que volem, els direm que no i que en facin una altra. I amb això i les lleis que en derivin farem un nou país, lliure, pròsper i socialment just.
N’estic del tot segur, no per una qüestió de fe, sinó perquè en tinc garanties: l’extraordinària mobilització de la societat civil. Qui condueix aquest procés som nosaltres i qui s’ha manifestat massivament en defensa de la sanitat, de l’habitatge, de l’educació i de tots els principis propis dels drets humans i de l’estat del benestar som nosaltres. En la situació actual de consciència de la societat catalana, creieu que algú ens portarà a vendre? Que ho provi!
Farem un país nou per construir-hi un món millor, tan lluny com puguem de les urpes dels psicòpates depredadors i dels seus sicaris polítics. Som a dues passes: un estat i unes noves regles del joc. Se’ns gira feina i maldecaps, però val la pena.
I qui sap si en algun altre lloc algú ens mirarà i dirà: bona idea...! La història comença cada dia, i som nosaltres que la fem: tu, tu, tu, i jo, els primers.


Llorenç Prats