Vaya por delante que soy un hombre pacífico, ni más ni menos supongo que tantas y tantas personas de nuestra sociedad y del resto del mundo. Son las circunstancias las que te acercan o te alejan de la violencia.
Yo no puedo condenar la violencia del que se venga de la agresión a sus seres queridos, y estoy seguro que en una tal tesitura actuaría igual, por lo menos a sangre caliente. Ni del que actúa en legítima defensa, o en defensa de otros que no se pueden defender por si mismos.
Hay una violencia legítima y una violencia ilegítima. De la misma forma que hay una violencia oportuna y una violencia inoportuna.
Teóricamente, la única violencia legítima es la que ejerce el estado, que detenta su monopolio. En una democracia representativa, como es formalmente la nuestra, al depositar el voto depositamos también nuestro derecho a ejercer la violencia en manos del estado. Y el estado siempre tiene como último recurso la violencia. Si alguien se opone de forma contumaz a los designios del estado, más pronto o más tarde chocará con la violencia o con la amenaza disuasoria de la violencia.
Pero ¿qué pasa cuando el estado ejerce, por acción u omisión, la violencia contra la propia sociedad? En ese caso se produce una situación de violencia estructural que deslegitima al estado, cuya principal y prácticamente única función debe ser velar por el bienestar de los ciudadanos y las ciudadanas. Poco importa en estos casos la forma del estado, si hablamos de una monarquía o de una república, de una dictadura o de una democracia. El estado sirve al pueblo y no al revés y cuando el estado se revuelve contra el pueblo o permite que éste sea agredido por otros, falta al espíritu de las leyes y, aunque mantenga el poder, pierde cualquier principio de autoridad.
El estado, o, mejor dicho, los poderes que pilotan el estado, singularmente el gobierno -el poder ejecutivo-, pero también el legislativo y el judicial, cumplen básicamente funciones de liderazgo, control social y resolución de conflictos, además de defender la soberanía nacional frente a injerencias externas, pero insisto, todo ello al servicio de la población, que simplemente delega estas funciones en sus manos. El estado debe ser un humilde servidor del pueblo, en el que radica toda legitimidad y soberanía y no de ninguna otra entidad divina o humana, singular o corporativa.
Cuando los políticos se presentan a las elecciones afirman que lo hacen para servir al pueblo. Pues bien, esta es exactamente la cuestión, cuando el estado pierde la brújula y deja de servir al pueblo para servirse de él, o para servir a otros, o para servir a una parte del pueblo en detrimento del conjunto… deja de constituir una autoridad para constituirse simplemente en un poder que se ejerce no para la población sino sobre la población, como cuando se produce una invasión, se convierte en algo así como una fuerza de ocupación o en una cofradía al servicio de la plutocracia.
Todo esto viene a colación, naturalmente, de los actos de violencia que se registraron en Barcelona en el curso de la manifestación que culminó la huelga general del pasado 29 de marzo.
Vaya por delante mi más absoluta condena a los actos de vandalismo que se produjeron por parte de un grupo de manifestantes perfectamente organizados y también contra quienes pudieran aplaudirles y jalearles. La violencia que ejercieron contra las cosas (que no contra las personas) fue ilegítima e inoportuna.
Si lo que pretendían era dar una respuesta a la violencia estructural del sistema, había otras formas y lugares para hacerlo, no en el contexto de una manifestación pacífica donde sabían perfectamente que lo que iban a provocar era una reacción imprevisible de la policía que no recaería especialmente sobre ellos sino sobre el conjunto de los manifestantes, como así fue. Es una estrategia oportunista que pretende aprovechar la gran cantidad de personas que nos reunimos para magnificar los hechos y tensar la situación.
¿Qué esperan conseguir con ello? ¿Qué la gente salga a tomar La Bastilla? Saben muy bien que esto no va a suceder, es la tensión por la tensión, y eso, en lugar de llevar cada día más gente a la calle, alcanzar el apoyo de una mayoría social, que es el único camino para ganar este pulso, lo único que va a conseguir es radicalizar a una minoría y alejar al resto de las personas. Una victoria para el estado y para los mercados servida en bandeja.
Y conste que no estoy pensando en ningún momento en alianzas contra natura, la palabra que me viene a la cabeza cuando intento reflexionar sobre el por qué de aquellos actos vandálicos es autismo.
Vivimos, ya lo he dicho, una situación de violencia estructural sobre las personas. Por la ambición de unos cuantos y con el beneplácito y la cooperación necesaria del estado, hay personas que viven en la miseria, que pierden sus casas, que se suicidan frente al desamparo en que han quedado sus familias, que mueren o enferman por el progresivo deterioro de la sanidad pública, que no pueden planificar sus vidas y sólo vislumbran oscuridad en su futuro, que ven rebajada su condición humana al nivel de una mercancía… Todo eso es violencia, mucho más grave que unos ocasionales actos vandálicos, y no sólo la condeno firmemente sino que lucho contra ella, pacíficamente, cada día.
No voy a condenar a quienes se defendieron como pudieron de las embestidas indiscriminadas de la polícía. Eso es legítima defensa y en unas condiciones de inferioridad que recordaban a las de los Lakota en Wounded Knee.
¿Por qué la policía agrede a la población sin distingos en lugar de separar y detener a quienes han cometido los actos vandálicos? Ante un grupo organizado, a un cuerpo de policía eficaz y preventivo no le debería resultar tan difícil aislar estos hechos, máxime cuando se produjeron junto al grueso de la manifestación pero no dentro de ella.
¿Incapacidad o conveniencia? No lo sé, lo que sí sé es que las cargas y disparos indiscriminados de la policía y los actos vandálicos anteriores habrán tenido una misma consecuencia: alejar a la gente menos radicalizada de las calles. En cualquier caso, es inadmisible, como sucedió, que la policía dispare indiscriminadamente sobre los manifestantes casi en su totalidad pacíficos. Tengo, tenemos todo el mundo que estuvo allí, testimonios de personas heridas que se habían estado manifestando pacíficamente y se vieron acorraladas en la plaza de Cataluña. Nada justifica eso.
La situación, pues, es compleja.
La agresión de los intereses capitalistas hacia la población española, y mundial, así como la complicidad necesaria de los gobiernos, es criminal. La actuación de la policía desproporcionada, indiscriminada, lejos de criterios profesionales y con una apariencia más de represión política que de preservación del orden. Y los actos vandálicos que llevaron a cabo los grupos organizados igualmente condenables y además contraproducentes.
Puedo entender que actuen en legítima defensa contra quienes están ejerciendo una violencia de tan gran calado en la población (y no me refiero a la policia), pero que actúen en otra parte, que se enfrenten con los culpables en su terreno, sin comprometer a todos aquellos y aquellas que queremos cambiar las cosas por el camino de movilizar amplias mayorías pacíficas. Yo no les impongo mi camino mediante la palabra y la visibilidad pública del malestar, que ellos no me impongan a mí un camino de violencia aunque actúen como meros provocadores para que esta violencia la ejerzan los otros, la policía.
Todos somos mayorcitos y sabemos quién es quién, cómo están las cosas, y cómo elegimos luchar. Un respeto.
En junio había motivo para celebrar que salvo cuatro escupitajos a los parlamentarios no hubo más violencia, y era motivo de orgullo que con aquella movilización continuada no pasara nada más.Ahora las bestias han vuelto a aprovechar la excusa de una huelga para satisfacer su bestialismo. Y joden dos cosas entre otras:1.-que se signifique Barcelona liderando el protagonismo de la vilencia callejera.2.-que aprovechando esa violencia los responsables políticos empiecen a cavilar medidas preventivas; que per se son siempre limitadoras de derechos para todos.El orden público y el derecho penal aunque suene mal ha de ser REPRESIVO es decir que actue tras el hecho cometido y no PREVENTIVO actuando antes, y entonces va contra todos y no contra los verdaderos autores.
ResponEliminaUno puede luchar activamente, como hemos hecho durante muchos años, “contra”, poniéndonos “frente” sin conseguir cambios “radicales” y permanentes que “verdaderamente” nos hagan libres. Para ello es necesario saber quien hace las cosas y desde donde las hacemos, y donde está el punto de partida de nuestras reacciones. Culpar y responsabilizar a los demás es lo que siempre hemos realizado con resultados que estamos viendo actualmente. La perspectiva es ver como uno mismo es el origen de todas las cosas y eso significa hacerse responsable de lo que uno es y vive, para ello hace falta un esfuerzo y una actitud: querer ver. Aquí te dejo LLorenç otra perspectiva de los hechos. Esperemos entre todos construir un mundo donde la unidad y la igualdad de la vida sea respetada en todas sus formas. Saludos http://elprocesodeserunomismo.blogspot.com.es/2012/04/la-rabia-y-el-vandalismo-del-29-m.html
ResponEliminaNo hemosm de ser como el temido enemigo antisocial y caoitalista.No podemos creer que podemos valorar los actos de una gente,por otra parte compañera de batalla,como si fueramos superiores a ellos.Nuestros valores pueden primar el diálogo y la lucha pacífica,pero no por eso somos mejores como para tacharlos de negativos para la causa.Nosotros no podemos ser como el capital.O es que a ninguno de los lectores pacifistas cuando le pegan los mossos no le gustaría girarse y devolverle el golpe.Hemos de pensar que estos compañeros de lucha puede que después de mucho hablar sin obtener respuesta se hayan decidido por pasar a la acción destructiva.Puede que muchos de nosotros obtemos en el futuro por lo mismo.No somos perfectos ni lo creemos,creemos en el hombre,y el hombre es vengativo y cruel si hace falta,así como capaz de dar amor y paz.Nadie es portador del bien y de la verdad absoluta.Sigamos creando la semilla de la conciencia social,de los valores humanos antes que los valores bursátiles,y cuando la gente se conciencie se dará un cambio brutal.Ya se está dando,estamos despertando del letargo.Educación y motivación,importante.Pero amigos,ya hace tiempo que sabemos que esto es una dictadura capitalista,y nosotros queremos una democracia real.Alguien cree sinceramente,que llegado el momento los poderes capitalistas van a sucumbir y irse de rositas?.Estos no se rinden,y finalmente utilizarán las armas,la destrucción,y nuestra muerte antes que abandonar su trono.Cuando llegue ese momento,no le podremos pedir a nadie que nos ayude,tendremos que defendernos solos,ganar,y crear una democracia de las cenizas.Entonces serán hombres y mujeres como los que hoy criticais los que igual que hoy,den el primer paso arriesgando de verdad.Otros,pacifistas,quizas se escondan en sus casas.Unos sirven para teorizar y crear y otros sirven para luchar sin temor.Cada uno tiene su papel.Hoy estos chicos van a las cárceles por la causa anticapitalista,mientras otros nos atrevemos a criticarlos desde nuestra casita.sentados frente nuestro ordenador.
EliminaEn fin,si queremos el cambio total,finalmente deveremos aceptar aquello de que "la revolución empieza en el cañón de mi pistola".Y después destruir todas las armas.
Si,por otra parte,solo queremos seguir igual,pero que frenen el carro,seguiremos igual a sus órdenes.Simplemente,volverán a ponerse el disfraz de cordero.Nos dejarán algo,nos tranquilizaremos,olvidaremos que el cordero en verdad era lobo,y entonces,ZAS!,MORDERÁ OTRA VEZ.Pero eso sí,todo de manera pacífica.
(Yo soy Enfermero,respeto la vida más que nada,que conste).
Sacar conclusiones de estos vídeos, http://youtu.be/lqPdivKfFVo y http://youtu.be/eNOgiJOF43k
ResponEliminaGracias a los tres por vuestras aportaciones. Comparto los temores de Sustine y tu perspectiva, Alfonso, me pilla muy lejos. Creo que una de las principales aportaciones de las Ciencias Sociales es que los hechos sociales obedecen a causas sociales antes que a la suma de conciencias individuales, Durheim ko explicó muy bien, es más bien lo contrario y considero que es importante tenerlo en cuenta para avanzar. Pero bueno, la diversidad nos enriquece. También he visto los videos de Frente Solidario. De esto por aquí hemos tenido mucho. Cuando las manifestaciones anti-Boloña, cuando intentaron desalojar la acampada de Plaza Cataluña... Lo del 29 ha sido mucho más complejo y preocupante, por eso e escrito y no me he limitado a condenar (que también) la intervención descontrolada de la policía. Si me permitís un consejo de corazón, en próximas situaciones (que las habrá) intentad pillar los hechos en una misma secuencia, porque ahora, al ir en secuencias separadas, te preguntas ¿Bueno y qué pasó para que empezarán a repartir? ¿Esto es del mismo día? A mi no me tenéis que convencer, pero si conseguís grabar la continuidad entre la mani pacífica y la represión violenta, tendrá mucha más fuerza. Gracias a todos de nuevo.
ResponElimina"En Alemania, los grupos neonazis organizados disponen de su propia policía (armada) para evitar que los propios neonazis (en manifestaciones de la izquierda) agredan a los manifestantes. Los "policias neonazis" caminan junto a los manifestantes de izquierda, y visten un trajecillo verde militar (un tanto ridículo). Llevan una pistolilla en una funda, y no dudan en desenfundar cuando algún neonazi intenta levantar un palo contra los manifestantes. Es decir, y en principio, estos policías neonazis evitan la agresión física directa."
ResponEliminaLlorenç, esto solo ha sido una aportación que ha venido a mi mente nada más haber acabado de leer tu entrada.
Ya sabes que no confío en las masas, justamente porque nunca sabes donde se esconde Judas. De todas maneras, creo que quizás lo que habría que hacer es cambiar el modelo de manifestación: la manera de manifestarse, y el lugar donde hacerlo. Dejando de lado la posible repercusión inicial publicitario-periodística, porque no, por ejemplo, organizar, en día festivo, caminatas hacia un mismo punto (no urbano), donde los manifestantes se encuentren para compartir la unidad.
Un abrazo.
David
Lo que llamas masas, David, es lo que yo llamo mayorías. Ya hace tiempo que aprendí a mirarme las "masas" como un conjunto de individualidades, cada cual con su corazoncito y sus ideal. A veces se puede actuar como masa, para gritar una consigna, pero eso es el máximo común denominador de personas,que, si te paras a hablar con ellas, cada una es un mundo. Y el problema, en este caso, no tiene nada que ver con las "masas", con la gente que se manifestaba pacíficamente y con una exquisita cortesía unos con otros, sinó de los violentos antisistema y sistema, que aprovecharon una manifestación pacífica para generar el caos. Unos al servicio de los políticos que nos quieren presentar como peligrosos elementos antisistema a todo el conjunto de la población que se manifiesta, para poder seguir sirviendo mejor a los intereses de la minoría rica y especuladora. Los otros no sé al servicio de quién o de qué, me temo que de ellos mismos y de la imposición de sus estrategias. Con todo lo que me preocupa más es que hubiera quien les jaleara y azuzara la tensión. Ese retrueno de fondo no augura nada bueno. Para nadie.
ResponEliminaLa violencia es el problema que la sociedad usa porque cree que los conducira a la paz
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