Me gustaría reflexionar sobre el soberanismo estríctamente como estrategia política para alcanzar una sociedad más justa, sin tener en cuenta factores emocionales, agravios ni derechos colectivos,sólo el objetivo de transformación de la sociedad.
Como he explicado en otras ocasiones, pienso que el soberanismo y por ende la independencia de lo que hoy constituyen -bajo distinas denominaciones- regiones europeas se plantea como un camino por lo menos prometedor y con posibilidades inéditas, frente a dos hechos difíciles de ignorar:
a)que no existe ni se atisba ningún movimiento de respuesta a la dictadura financiera mínimamente eficaz y capaz de hacer retroceder o por lo menos detener el avance arrollador de la ofensiva neoliberal que está provocando estragos entre las clases medias y populares de Europa y muy especialmente de los países del sur, y
b) que las naciones-estado actuales, nacidas fundamentalmente de las revoluciones burguesas, por su tamaño, por el conjunto de los intereses financieros implicados y por el anquilosamiento de sus sistemas políticos, además de la clara connivencia de los partidos tradicionales con los intereses del capital, constituyen verdaderos cotos de caza, cerrados, bien vigilados y suculentamente nutridos de piezas de gran valor, para la insaciable ambición de los señores de las finanzas y amos del mundo.
Voy a tomar como referencia la situación de Cataluña, porque me atañe y la conozco bien, pero también porque constituye el proceso más avanzado y aparentemente más sólido en este sentido dentro de la Unión Europea.
En la historia las cosas no empiezan un día y terminan otro sin más, pero, para entendernos, voy a tomar la manifestación del 11 S como punto de partida del proceso. En ese punto ya se producen diversos hechos significativos: el gobierno de Cataluña, que quería una manifestación por el pacto fiscal, se ve absolutamente desbordado, incluso físicamente desbordado, y la entidad convocante, la Assemblea Nacional de Catalunya, que enarbolaba el lema de “Catalunya, nou país de Europa”, también. Salen a la calle por lo menos un millón y medio de personas, el equivalente a la población de la ciudad de Barcelona entera, en el acto público más multitudinario que recuerda la historia en éste y muchos países, y lo hacen con un solo grito espontáneo que ni se corresponde con el lema oficial ni es, ni mucho menos, el que hubiera deseado el gobierno de Artur Mas: “independencia”. Las calles de Barcelona se llenan literalmente de banderas independentistas, no se puede dar un paso ni cabe una aguja y, a pesar de ello, la manifestación se desarolla con toda la paciencia del mundo de un forma absolutamente cívica, sin el más mínimo incidente ni salida de tono, pero con una unidad y resolución impresionantes. Quien estuvo sabe que no exagero.
Este sorpasso del pueblo catalán a su gobierno obliga a Artur Mas a avanzar las elecciones, unas elecciones que serán plebiscitarias porque en ellas, las fuerzas políticas concurrentes, deberán manifestar, como ya lo hace el propio Mas, si están a favor o en contra no sólo de llamar a un referendum a la población de Cataluña para que se pronuncie formalmente sobre la cuestión de la independencia, sino cual será su posicionamento respecto a la propia cuestión de la independencia.
Ahora nos hallamos en este período entre la manifestación, la convocatoria de elecciones y la celebración de las mismas dentro de menos de un mes. Los partidos políticos se tantean y tantean al electorado para perfilar sus estrategias. Desde los sectores españolistas, o sea, contrarios a la independencia, desde Madrid, Barcelona u otros lugares, desde la derecha y desde la izquierda, sibilinamente o con exabruptos, se ha fomentado la estrategia del miedo de una forma casi grotesca, mientras algunos cargos institucionales, no todos, iban lanzando con la boca pequeña mensajes del tipo de “España os ama”, “España os necesita”.
Todo eso es bien conocido por quien haya seguido el tema, pero ¿qué sucederá realmente en las elecciones del 25 N y después?
Todo parece indicar que las eleciones del 25 N las ganará con una amplia mayoría -absoluta o no está por ver-, Convergència i Unió. Entre los principales partidos se prevee que entre el PP y Ciutadans aglutinen el voto antisoberanista, con pérdidas no muy significativas respecto a su situación actual, y que el PSC, con su ambiguo discurso federalista que sustenta en solitario y con escasa convicción, se hunda. El voto de la izquierda soberanista, aglutinado en Esquerra Republicana de Catalunya o más disperso con la presencia en el Parlament de Solidaritat Catalana per la Independència y las Candidatures d’Unitat Popular, tendría un crecimiento importante, sin amenazar en ningún caso la mayoría de CiU.
Si los resultados se producen más o menos en este sentido, va a haber una clara mayoría soberanista liderada por CiU, con lo cual se va a mantener el compromiso de convocar un referéndum o algún otro tipo de consulta vinculante que refrende claramente la voluntad de independencia del pueblo catalán.
Este período postelectoral se antoja especialmente complejo por diversas razones. CiU no tendrá una especial prisa en convocar la consulta ni una posición nítidamente clara respecto a la independencia -ya que como tal no es una coalición independentista- . Es de temer que el gobierno del PP en Madrid, si no se da una gran presión internacional en defensa de propia imagen democrática de Europa, no facilite las cosas. En cambio, la izquierda soberanista presionará para que la consulta se produzca lo antes posible y se de un pronunciamiento rotundo en favor de la independencia. Entretanto, económica y socialmente, las cosas seguirán como hasta ahora y la sociedad catalana seguirá sufriendo el paro y los recortes del estado del bienestar, lo que puede provocar una mayor y más decidida actuación de la izquierda y nuevas agitaciones más o menos masivas en la calle. Esto a CiU tampoco le conviene, hecho por el cual es posible que tenga que acelerar los ritmos más allá de lo que quisiera, incluso radicalazar la pregunta para que no se produzca un nuevo sorpasso. Imagino que a CiU le horrizará la idea de formular una pregunta que admita diversas interpretaciones para encontrarse al día siguiente, como si estuviéramos en 1931, con la población en masa en la calle declarando la independencia de Cataluña.
Si se produce, com es de esperar, un pronunciamiento muy mayoritario a favor de la independencia, el periodo siguiente es muy complejo, ya que el gobierno catalán deberá pactar con el gobierno español y las instituciones europeas su estatus como estado independiente. Si, en ese camino, Cataluña consigue separarse de la fiscalidad española, CiU puede obtener un importante balón de oxígeno, incluso con réditos electorales posteriores, pero, si el proceso se demora, con la exigencia de indepencia sobre la mesa, como una luz de esperanza al final del negro túnel, CiU puede ser incapaz de contener la voluntad del pueblo, quien sabe si incluso de gran parte de su electorado.
En este proceso, al que previsiblemente llegaremos en un plazo razonable, los partidos catalanes, CiU en primer lugar, pero también los partidos de izquierda, se juegan el ser o no ser. Digamos que el pueblo catalán, como tantos, está harto de sufrir, de sacrificarse por el bienestar de los ricos. Esto también estaba en la manifestación del 11 S, y muy presente. Pero, quizás a diferencia de otros pueblos, el pueblo catalán ha podido sentir su fuerza en la calle y esto, créanme, es algo que no se olvida.
El 11 S no se produjo tan sólo una manifestación, sino, como se diría ahora, el proceso de empoderamiento de un pueblo, un pueblo que está expectante, dejando que los pasos se desarrollen con normalidad, pero que está dispuesto, incluso diría que ansioso, de volver a demostrar su fuerza si no se escucha su mandato.
Muchos antisoberanistas apelan al seny catalán com si lo hubiéramos perdido. Pero no saben, o lo olvidan, que el seny es parte indisoluble de una moneda de dos caras: el seny y la rauxa. Por eso dice nuestro laborioso himno que quan convé seguem cadenes.
Un bon article, enhorabona!
ResponEliminaMe llama la atención que dé por hecho bastantes aspectos que aún están por ver. Uno llamativo:
ResponElimina" Entre los principales partidos se prevee que entre el PP y Ciutadans aglutinen el voto antisoberanista, con pérdidas no muy significativas respecto a su situación actual"
¿ Pérdidas no muy significativas? Ya hay encuestas que dan a Ciutadans el doble de los escaños que tiene ahora. ¿ Qué periódicos lee Ud ?
Sigo y comparo todas las encuestas.
ResponEliminaPues Ud. dirá. Ninguna ha dado menos votos a ese partido. Yo he visto desde 4 hasta 6 escaños. En todas ellas sube.
ResponEliminaSi Ciutadans sube (que lo dudo) será porque aglutinaréis votos de quién no quiere o teme la independencia, pero el PP les parece excesivo, se pierden con el PSC o dudan de CiU. Estosn votos serán fruto del miedo, no de vuestro programa o discurso. Para mi sóis una derecha camuflada en el progresismo y anticatalanistas-españolistas.
ResponElimina'Ciutadans' es un partido populista y nacionalista español muy escorado hacia posiciones ultraconservadoras. En sus inicios pudo camuflarse bajo posturas en apariencia progresistas, incluso tibiamente socialdemócratas, pero tras el "golpe de mano" de Albert Rivera en el 2009 que descabezó a la dirección de Ciutadans y llevó a cabo una "purga" salvaje entre sus militantes, aliándose con la plataforma derechista 'Libertas España' de Miguel Durán (acusado por el juez Garzón de delitos fiscales en 1997), no veo que Ciutadans intente disimular su acendrado derechismo. Albert Rivera es un contertulio habitual de Intereconomía y ha escrito artículos para la web 'Libertad Digital' de Jiménez Losantos, a quien ha elogiado más de una vez. En Intereconomía se ha opuesto a la legalización del aborto (aunque otras veces ha sido más ambiguo), al laicismo (no es partidario ni siquiera de reducir las subvenciones millonarias del Estado a la iglesia católica), al matrimonio homosexual, a las políticas de apoyo a la lengua y la cultura catalanas, al aumento de impuestos a las grandes fortunas y empresas, a los sindicatos de clase, etc., etc.
EliminaNo veo mayormente diferencias entre Ciutadans y el PP, salvo dos: el neoliberalismo de Ciutadans tiene un pretendido "tinte social" (dicen estar en contra del copago, por ejemplo), y la demagogia simplista y machacona en contra de la "clase política" y del nacionalismo no españolista como causantes de todos los males (sin criticar jamás al poder económico que realmente tiene el poder) es mucho más acentuada en Ciutadans. Saludos.
En cualquier caso, la presencia de Ciutadans es anecdótica. Tiene un techo muy limitado y, si suma algún escaño, serán votos restados al PP o al PSC. A efecto de los resultados es lo mismo.
ResponEliminaHola. En primer lugar, enhorabuena por el blog, sin duda muy interesante.
ResponEliminaMiquel Iceta Llorens, portavoz del PSC, escribió hace poco en 'Público' un artículo que me parece muy certero. En él se defendía un catalanismo federalista, por supuesto desde el respeto a la plena legitimidad democrática del catalanismo independentista o soberanista. Escribía Miquel Iceta: "El catalanismo es un sentimiento cívico compartido, difuso y transversal, un sentimiento de aprecio por la tierra, la cultura, la historia y la lengua catalanas, que parte del convencimiento de que desde el autogobierno de Catalunya podemos construir una sociedad próspera y avanzada, libre, segura, justa y solidaria, un país en el que todos podamos desarrollar en plenitud nuestros proyectos de vida e intentar ser felices." El proyecto federalista consiste en aumentar al máximo el autogobierno de Catalunya y de las restantres naciones integradas en el Estado español, reconociendo el carácter plurinacional, multicultural y multilingüístico de este Estado. Este reconocimiento no se da de hecho en el actual estado autonómico, o sólo de forma limitada, porque el autogobierno no es lo mismo que la descentralización administrativa. Creo que no se puede dar por muerto y enterrado el proyecto federalista: aunque en Catalunya se encuentre en retroceso, varios millones de votantes de las izquierdas de ámbito estatal lo comparten seguramente.
En todo caso, el federalismo tampoco tiene por qué ser contradictorio con el reconocimiento del derecho de autodeterminación (por ejemplo, el PSUC siempre entendió que ambos eran compatibles). Y, por encima del hecho de pertenecer a un estado o a distintos estados, las izquierdas deben mantener la solidaridad internacionalista en la lucha contra la barbarie neoliberal, en lo que sin duda estaremos de acuerdo. Creo que federalistas e independentistas debemos ser socios en nuestra lucha contra la derecha caciquil y reaccionaria, centralista y autoritaria, sin por ello dejar de tener nuestras propias posturas sobre la cuestión nacional y de defenderlas con pleno respeto entre nosotros, dejando la última palabra al pueblo a través (por qué no) de la convocatoria de un referéndum.
Un saludo cordial.
Lo que está claro es que el impulso independentista ha provocado la clara definición por parte de los partidos políticos en Cataluña. Todos saben que se la juegan, sobretodo el PSC. A pesar de todo, pienso que los socialistas catalanes (que no son los míos) están siendo los más inteligentes, empresarialmente hablando. Saben que su discurso, tras las elecciones del 25N y sea cual sea el resultado, les permitirá continuar navegando por estas tierras. Como empresa tienen visión de futuro.
ResponEliminaTodos sabemos que el 25N será un día histórico. Queramos o no... ese día se decide mucho: el futuro de Cataluña.
David Tirado
Gracias Juan Carlos, estoy de acuerdo con la segunda parte de la intervención de Iceta, con la primera no puedo porque en España no hay ninguna otra fuerza que se quiera federar. Respecto a lo que dice David, yo creo que el PSC, por su ambigüedad, se va a pegar el gran batacazo el 25 N, donde el voto se va a polarizar, y personalmente pienso que les conviene, además, porque es un partido que se ha burocratizado (por no decir nomenclaturizado) y apoltronado mucho. Además, David, pienso que, siendo importante la votación del 25 N (sobre todo porque si sale mayoría de CiU vamos listos), aún va a ser más importante el período posterior, hasta llegar al referéndum o lo que sea (que espero que no tarde) y después. En cualquier caso, estamos viviendo un momento histórico y creo que se requiere altura de miras.
ResponEliminaYo creo que el batacazo del PSC será descomunal. En mi familia, por tradición familiar, siempre hemos votado PSC-PSOE, eso se acabó, votaremos CIU, porque creemos que será valiente y nos llevará hasta el final, una consulta sea como sea, después ya dependerá de nosotros, los catalanes, que queremos salir del yugo español.
ResponEliminaMujer votar CiU es contunar la política neoliberal de los recortes y el déficit, hay opciones de izquierda soberanista que apoyarán el mismo camino pero exigiendo justicia social. Vale la pena considerarlo.
ResponEliminaEn todo caso, si Catalunya llega hasta el referéndum de autodeterminación y hasta el Estado propio, no se deberá a la "valentía" de CiU ni a que ésta haya conducido a Catalunya hasta la independencia. Se deberá al pueblo catalán, no a CiU. Por otro lado, está claro que CiU no se esperaba el gran éxito de la manifestación soberanista de la Diada y que ésta desbordó a CiU. CiU sólo se ha sumado al movimiento soberanista de forma oportunista y "a toro pasado", intentando presentarse a sí misma como la abanderada del movimiento soberanista.
ResponEliminaPero CiU no tiene más amor por Catalunya que el PP por España. Si los gerifaltes de CiU o del PP tuvieran algún amor por sus países, no los estarían destruyendo económica y socialmente.